jueves, 16 de noviembre de 2017

BALADA DEL SENO DESNUDO POEMA DE ROGELIO SINÁN

Balada del Seno Desnudo, por
Rogelio Sinán

¡Mangos!... ¡Mira!... ¡Tantos!...
¡Oh!... ¡Uno maduro!...
(¡Dio un salto... y salióse
su seno, desnudo!)

¡Yo salté del árbol!
¡Upa!... ¡Tan!... (¡Qué rudo!)
¡Por mirar de cerca
su seno desnudo!

¡Me miró asustada!
¡Cubrió... lo que pudo
y... huyó...! ¿Qué robaba?
¡Su seno desnudo!

Lejana..., lejana...
me envío su saludo.
(¡Yo seguía mirando
su seno desnudo!)

¡Perfume silvestre
de mangos maduros!,
¿por qué me recuerdas
su seno desnudo?...

Del libro: Onda. 1929

BELLA TIERRA MÍA POEMA DE JOSÉ GUILLERMO BATALLA

Bella Tierra Mía, por
José Guillermo Batalla

Tierra panameña. Tierra Prometida
que el Creador formara para bien del mundo.
Tierra prodigiosa y fértil que convida
al trabajo intenso y al amor fecundo.

Tierra de mi patria; la gentil princesa
de un cuento de hadas, que naciera un día
de un bullir de olas de color turquesa
y un rumor de músicas.... Bella tierra mía!

Tierra del ensueño; cálida sultana
tendida a la sombra de frescos plantíos;
donde es más amable la existencia humana,
donde están proscritos todos los hastíos;

donde las mujeres tienen el encanto
de una indefinible gracia seductora
que arranca la espina que nos hiere tanto
y en la herida ponen miel reparadora.

En la arena ardiente que tus playas borda
y que el mar –tu paje – sin descanso besa;
en la cantinela monótona y sorda
que el aura te brinda desde la maleza.

En el palio inmenso de tu claro cielo
donde el sol – tu novio – riega sus fulgores;
en la exuberancia de tu virgen suelo,
donde están fincados tus sinos mejores.

En las intocadas vetas de tus montes,
que han de ser un día tu mayor tesoro;
en la magia artística que a tus horizontes
le dan tus ocasos de púrpura y oro.

En el salmo eterno del rio que corre
levantando copos de blancas espumas;
en la voz del bronce desde la alta torre;
en tus alboradas vestidas de brumas.

En tu sol quemante que todo lo aviva;
en tu blanca luna como el casto anhelo;
en tu "mano" adusto y en tu chola esquiva
que baja los ojos presa de recelo.

En tus noches llenas de paz de arrullos,
de misterios hondos y silencios graves,
en que están de fiesta ranas y cocuyos
y duermen los niños y callan las aves.

En tus leves brisas cargadas de aroma;
en el mar de espigas de tus arrozales;
en tus verdes llanos y tus verdes lomas
donde el viento mece los cañaverales.

En toda la gama de los ricos dones
que la Providencia concederte quiso,
hay como un despliegue de palpitaciones
divinas que han hecho de ti un Paraíso.

Por eso, el que sabe de emoción y vida;
el que en ti concentra todos sus amores,
tiene que llevarte siempre florecida
en sus más ocultos huertos interiores.

Tierra panameña, donde no hay mezquino
sentimiento; tierra que de amor se entrega;
alcázar magnífico para el peregrino
que con pies cansados a tus puertas llega.

Tierra embrujada cuando el sol se apaga;
tierra cautivante cuando nace el día;
tierra cuyo amparo cariñoso halaga
todos los espíritus. Bella tierra mía!

Tierra que ofreciste tus propias entrañas
en gesta sublime de desprendimiento,
para beneficio de gentes extrañas
que muy poco saben de agradecimiento.

Tierra generosa; tierra hospitalaria;
Deja que en mi voto más sincero diga;
(y que sea este voto mi mejor plegaria)
"Que Dios desde el Cielo siempre te bendiga!"

Revista Lotería, Noviembre 1962, No. 84