A los Héroes Panameños,
por Elsie Alvarado de Ricord
Mártires de mi Patria, compañeros
que enfrentasteis el pecho a la metralla,
maduros de valor, como maduran
los niños pobres, ay, desde la infancia.
En vuestras manos firmes, la bandera
era una nueva llama de esperanza,
del amor a la tierra y al idioma,
del derecho a la paz, y sobre todo
a la equidad en nuestro noble suelo.
¿Quién ha osado segar este prodigio
de corazones jóvenes, colmados
por más de medio siglo de injusticia,
vivas antenas que captar sabían
los acentos más hondos de la Patria?
¿Quién responde con pólvora a las notas
de nuestro Himno Nacional, quién pudo
infestar nuestra atmósfera de gases,
qué soberbia ancestral mueve esas manos
que destrozan así nuestra bandera?
¿Por qué regáis la muerte en nuestro suelo,
desleales inquilinos zoneítas?
No descendéis de Washington, de Lincoln;
vuestra mano no es mano libertaria;
es la mano esclavista, que asesina,
la que codicia, la que ruge armada
por tierra y mar y cielo; vuestros pasos
siembran la indignación en nuestro Istmo;
por vuestros labios hablan solamente
los Teodoros, los Truman, los MacCarthy,
y vuestros corazones no conocen
la esencial hermandad de los humanos.
Mártires panameños, inmolados
en pleno florecer, llamas enhiestas
que un vaho de impiedad ha derribado
al amparo cobarde de los tanques.
Mártires panameños, niños-hombres
que el hogar y la escuela modelaban,
frentes ya para siempre reclinadas
con el gesto rendido de la muerte.
Cómo mirar con ojos apacibles
el silencio cuajado en vuestros labios.
¿Quién mirará sin estremecimiento
el rostro de dolor de vuestras madres?
¿Tiene la patria alguna recompensa
comparable a la vida de los hijos?
¿Acaso el llanto unánime del pueblo,
la protesta del mundo, el grito airado,
llenarán esa ausencia, esa honda herida
que nunca cicatriza: un hijo muerto,
y aquel rincón del alma en que la madre
sigue acunando, aunque en secreto, al hijo?...
La sangre de los héroes no es estéril:
es río desbordado que fecunda
con dolor, las entrañas de los pueblos.
Rosa Elena Landecho - trece años-
del maternal regazo desprendida,
te ha acogido el regazo de la historia.
José del Cid, Ricardo Villamonte,
estudiantes, obreros, no habéis muerto:
crecéis en la Avenida de los Mártires
como banderas vivas de la patria.
Los héroes no yacen en la tumba:
remueven la conciencia de los pueblos.
Panamá, enero de 1964.
Publicado en: El Panamá América, domingo 19 de enero de 1964.
La Voz Ausente, por
Elsie Alvarado de Ricord
Porque me siento sola
mi corazón camina a la intemperie.
Lejos, lejos estás, como los astros,
y la leyenda que emprendimos,
eres una constelación en mi desvelo.
Recuerdo que una tarde
más hermosa que el cielo,
en un mundo imposible
fui novia entre tus brazos.
Estás en mi, tarde cautiva,
espejo
para mirar la faz de la alegría
al que dije un instante
como una reina ufana
en un cuento fugaz en que conté mi vida:
"Espejo del encanto,
respóndeme por Dios,
¿tiene alguien en el reino
más ventura que yo?"
Mientras la calle, ciega a nuestra música,
miraba el gesto sin oír el beso,
una rosa dorada sonreía en tus brazos:
la renovada gracia
con que asomaste el alma en mi camino.
Lejos estás, amor, como los astros,
y yo espero tu luz desde el silencio,
porque tal vez me digas
con los labios colmados por una dicha cierta,
que no somos el rostro que sonríe,
ni la mano que forja,
ni el cerebro que vela,
ni siquiera la voz,
que nos refleja en cauces de armonía.
Que en las zonas ocultas del corazón, apenas
somos, tal vez, ese anhelar secreto
con que el amor nos trunca o nos redime.
Lejos estás, amor, dame la mano,
dame la voz,
y dame
lo imposible.
Elsie Alvarado de Ricord
(1928-2005)
Nació en David, provincia de Chiriquí, Panamá, en 1928. Licenciada en Filosofía y Letras y Profesora de Español, graduada de la Universidad de Panamá. En la Universidad Central de Madrid obtuvo el título de Doctora en Filología Romántica. Posteriormente realizó estudios de especialización en lingüística en EL Primer Instituto Lingüístico Latinoamericano, en Montevideo, Uruguay. Luego en La Escuela de Investigación Lingüística, de Madrid, obtiene el título de Investigadora Lingüística. Falleció en la ciudad de Panamá el 18 de mayo de 2005.
En la Universidad de Panamá fue catedrática de Lingüística General, Teoría Literaria, Fonética y Gramática histórica española. Fue miembro de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina y del Programa Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas. Directora de la Academia Panameña de la Lengua. Miembro Correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Nacional de Letras del Uruguay y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Fue Presidenta del Círculo Lingüístico de Panamá (CILPAN) y miembro de número da la Academia Panameña de la Lengua.
Obtuvo el premio literario nacional Ricardo Miró en las secciones de ensayo y poesía. En Madrid obtuvo el primer premio en tesis doctórales hispanoamericanas en España en 1963, con su libro La Obra Poética de Dámaso Alonso , que luego publicó Editorial Gredos. Ganó el premio de Poesía de la Revista Lotería, el premio Atenea del Club de Mujeres Profesionales y de Negocios, en 1996, y el Premio Universidad 1996 en la sección de Arte y Literatura; máximo reconocimiento que anualmente otorga la Universidad de Panamá a la trayectoria de los profesionales que se han destacado en el desarrollo de las actividades científicas, académicas y culturales dentro del quehacer universitario.
Colaboró en el Diccionario de la Literatura Latinoamericana, de la Unión Panamericana. Su prestigioso nombre aparece en revistas nacionales y extranjeras, con frecuentes colaboraciones, y en todas las antologías y literaturas panameñas. Estudió la poesía de Demetrio Herrera Sevillano, Ricardo J. Bermúdez, Dámaso Alonso, Ricardo Miró y Rubén Darío.
Sus poemas han sido traducidos al inglés por Catherine Rodríguez Nieto y publicados en el libro Fireflight, edición bilingüe, California, 1976.
El jueves, 25 de abril del 2002, centenario del natalicio de Rogelio Sinán, fue distinguida con la primera Condecoración Rogelio Sinán, que es entregada cada dos años, a partir del 2002, al literato que por sus méritos, sea seleccionado por el Consejo Nacional de Escritores.
FUENTE: PANAMÁ POESÍA