Cuartos, por
Demetrio Herrera Sevillano
Zonzos
de calor y noche,
pasan cuartos
Cuartos...
Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.
Mujeres semidesnudas
están lavando en el patio,
y pregonando los fogones
un silencio
cuadrilátero.
Cuartos donde necia da
la tos, funeral silbato.
Cuartos con sus caras mustias,
con su exposición de harapos.
La enferma se asoma y llama...,
la enferma se asoma y llama
al viento, que no hace caso.
Aprieta el zaguán oscuro.
Abofetea el tinaco.
y
zonzos,
de calor y noche,
pasan cuartos.
Cuartos...
Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.
Calidonia, por
Demetrio Herrera Sevillano
Los automóviles gritan.
El tranvía pide permiso
y el viento me cae encima
atropellado por los autobuses.
Súbito, ¡zas!,
un jamaicano salta,
del brazo de la vía,
al heroico pescante de una chiva
que se come -¡golosa!- la distancia.
La calle respira por sus callejones.
y
-carbón de mangle en bruto-,
en soso monorritmo,
las sólidas cabezas.
-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.
Por aquí a las cantinas
pariéronlas juntitas
como a las hermanas Dionne,
y hay un hedor travieso
que insiste en molestarme.
Negros. Más negros. Más negros.
-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.
Terquedad de las casas
en atajar la calle,
que intenta liberarse
-¡delicioso!-
del trato siempre injusto
que danle los vehículos.
¡Calidonia!
Algunos cruzan corriendo...
Las chivas se persiguen
y ríos abigarrados de gente que va y viene
inunda las aceras.
En el ombligo férvido
el policía del tránsito
abofetea el ambiente.
Tú Siempre Dices Que Sí, por
Demetrio Herrera Sevillano
Paisano mío,
panameño;
tú siempre respondes: «sí».
Pero no para luchar.
Que no para protestar
cuando te ultrajan a ti.
Paisano mío,
panameño:
tú siempre respondes «sí».
Si te dan un peso diario,
«Sí, sí, sí.»
Si te gobierna un tirano,
«sí, sí, sí.»
Paisano mío,
panameño:
tú siempre respondes «sí».
Aprende a decirle «no»,
aprende a decirle «no»
a lo que le dices «sí».
Pero no, que dices «no»
cuando necesitas «sí».
Y al decir «sí» cuando «no»
y «no» cuando debes «sí»,
resulta que tu «sí» es «no»,
lo mismo que tu «no» «sí».
¡por favor!
Que no se diga
Que tú no tienes conciencia.
¡No, no, no!
Ni que sólo dices «sí»
aunque necesites «no».
Ni que te gusta el ultraje.
¡No, no, no!
Ni vagar en la miseria...
Pero no, que dices «no»
cuando necesitas «sí».
Y al decir «sí» cuando «no»
y «no» cuando debes «sí»,
resulta que tu «sí» es «no»,
lo mismo que tu «no» «sí».
Tú siempre respondes: «sí»,
paisano mío,
panameño;
tú siempre respondes: «sí».
Pero no para luchar.
Y menos para ultrajar
cuando te ultrajan a tí,
paisano mío,
panameño;
tú siempre respondes: «sí».
Vida Pobre, por
Demetrio Herrera Sevillano
He vuelto triste a mi tugurio. Triste.
Mi madre, perspicaz, ha comprendido
que nada he conseguido...
nada contra el dolor que nos asiste.
Está el fogón cual lo dejé: dormido.
Pero la pobre en ocultarme insiste
el hambre que su rostro ha deprimido,
y, "mañana, -me alienta- tú persiste".
Dúlcidas expresiones que comprendo!
No quiere -madre al fin- mirar conmigo, ...
conmigo el mal, sobre mi mal creciendo.
Y así marchamos, tras la misma estrella:
hoy ella riendo, y yo, porque consigo;
mañana sin reir, ni yo, ni ella.
del libro: Los Poemas del Pueblo
Nocturno de las Calles, por
Demetrio Herrera Sevillano
En la rodilla de un poste
--rubí que luce la noche--
el foco sobresaltado
de una cajilla de alarma.
Los faroles eléctricos
--candelabros ante el muerto
de la calle--
echan sus brazos de luz
en las espaldas sedosas,
del silencio.
Están las casas pensando.
Y el cielo --mesa de Dios--
viste su carpeta bruma.
Traigo la mirada: grave
me va observando la sombra.
Entre la sombra hay un bulto:
algún fantasma en la sombra.
Abro el compás de mis piernas
y marco un punto
2
3...
y marco miles de puntos.
La soledad ha dormido
a la ciudad en sus brazos.
Sólo mi existencia sigue:
la lleva el sueño a empellones
hacia sus paredes 4.
Del libro: Kodak. 1937.
DEMETRIO HERRERA SEVILLANO
(1902-1950)
De padre colombiano y madre oriunda de La Chorrera, nace en Panamá. Es un hombre pobre, que vive en esta capital, salvo algunas ausencias en San Blas y David. Sólo hizo estudios de escuela primaria. Pero en las lecturas y en la vida encontró su verdadera formación. Fue de oficio encuadernador. Se casó joven, y tenía hijos. Con uno de ellos vivía, en una habitación sórdida, cuando le sorprendió la muerte durante la siesta. Al regresar su hijo de la escuela, lo encontró muerto. Vivía cerca de la plaza de Santa Ana, verdadero centro popular de Panamá. El -como antes Demetrio Korsi- fue cantor de la plaza y de sus aledaños de pobres. Sus poemas, según Pedro Rivera, son «radiografías del alma popular».
Se inspira en sus lecturas -Vicente Huidobro, García Lorca, Rafael Alberti, Nicolas Guillén y Julio Flóres-. Se le ha considerado como el verdadero poeta del pueblo que ha tenido Panamá.
FUENTE: PANAMÁ POESÍA