Gracias de antemano por sus lecturas comencemos con un cuento que encontré escrito por Ricardo Miró.
EL VIEJO
Yo iba por un ancho camino lleno de sombra y de paz . Bajo mis
plantas, la arena de la senda brillaba como oro en polvo en aquel maravilloso
día de primavera . . .
En una revuelta del camino vi delante, sentado sobre una piedra
blanca como un altar, a un anciano de barba blanca como aquella
piedra y de ojos azules y profundos como el cielo . Parecía un sacerdote
de los antiguos tiempos, en oración .
--Buenos días, buen hombre -le dije al pasar .
-Buenas tardes, joven-- me respondió el anciano .
Y me detuve, sorprendido . Lo miré, luego miré al cielo y vi que,
en efecto, el crepúsculo se apagaba en el Océano . Yo no había advertido
que el día tocaba a su fin . . .
-Qué llevas en la mano?- me preguntó el viejo . -Es acaso una
flor? . . .
-No buen hombre : es mi corazón . . .
-Haces mal, y si no lo guardas, se te deshojará en el camino .
Ahora bien : como has tenido virtud para sacártelo del pecho, la tendrás
para llevarlo en adelante entre tu cabeza . . .
-Señor : vos no sois honrado . . .
-Veo que eres sincero, joven .
-Señor, mi lengua no puede desobedecer lo que mi corazón
le manda.
-Haces mal, joven, La sinceridad es la peor de las impertinencias
. Si tu superior te pide su aprobación a cualquiera de sus actos,
apruébalo, porque si te permites opinar te odiará y te perseguirá .
Límpiate los dientes aunque no hayas comido, porque si le pides
un duro a un amigo diciéndole que tienes hambre, no te lo dará y
te despreciará . Si quieres a una mujer, no le confieses nunca que
sólo tienes un pan que compartirás con ella, porque se reirá de tí
y se irá con los que le ofrezcan diamantes y no le den luego ni el pan
que tú le ofreciste . Si la mujer de tu amigo le es infiel y todos lo
burlan, no se lo digas, porque te llamará calumniador y te matará
para lavar la honra de su mujer . Si . . .
--Señor, pero eso es horrible .
—Es la verdad . Conque si quieres ser feliz, lleva el corazón en
la cabeza y la mentira en los labios .
--Cómo os llamáis, señor?
-Yo soy El Desengaño--dijo el viejo . . .
Y desperté . Me latía la cabeza de dolor y me ardían los labios
de fiebre, y por un momento pensé que llevaba el corazón en la
cabeza y la mentira en los labios .
Cuento de Ricardo Miró
(Tomado de Obra Literaria de Ricardo Miró Cuento).