sábado, 21 de marzo de 2015

A CELEBRAR EL 21 DE MARZO DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA


Bueno que mejor que celebrar este día que con poesía a continuación algunos poemas de mi autoría y de otros poetas

¿QUÉ ES POESÍA?
Poesía es amor y sentimiento
Es locura y pasión
Es delirio y fortaleza
Es transmitir sentimientos encontrados
De un amor, a un amor o a la vida.

Poesía son tantas cosas bellas
Que me nos hacen volar
Nos llevan a un sueño eterno
Por medio de los versos y de la prosa
Letras llenas de verdad.

La poesía lo es todo y no es nada
Es vida y es libertad
Es sueño y es realidad
Es pasión y es amor
Es dolor y felicidad.

En un poema puedes expresar un amor
También puedes expresar una realidad
Homenajear a alguien
O simplemente expresar algo que llevas por dentro
Y que gracias a la poesía sale a flote.

La poesía son tantas cosas bellas
Es amor y canción
Es ganar y perder
Es expresar y callar
Letras llenas de amargura y a la vez felicidad.

La poesía está de fiesta
Y los sueños son posibles
Por medio de unos versos o de una prosa exquisita
Puedes mostrarle al mundo lo que brota de tú corazón.

Todo esto y más es Poesía
¡Qué viva la Poesía y que viva el Amor!

(DE MI LIBRO: MIS SUEÑOS DE ALAS ROTAS CON PRÓLOGO DE ORALIA LOMBERA REYES "MUSA PEREGRINA" DE MÉXICO, LULU 2013 POESÍA).

HE VUELTO A MIS RAÍCES
He vuelto a mis raíces

a ser el mismo que antes era

El mismo ser humano lleno de luz e inocencia

Que empezó a caminar en los campos literarios.

Entre flores y espinas

Entre la luz y la oscuridad

Camine como un poeta lleno de sueños e ilusiones

Que tarde se ha dado cuenta de que los amigos verdaderos:

--No existen--

Vuelvo a mis raíces a ser el mismo antes

El soñador que busca paz y armonía

y que camina en tierras malignas.

El poeta que sueña con un mejor mundo

Y un mejor mañana para todos.

Vuelvo a mis raíces a replantear mi vida

y así poder rescatar lo poco que queda mí antes de que sea muy tarde.

He vuelto a mis raíces

a ser el mismo que antes era

El mismo ser humano lleno de luz e inocencia

Que escribe para divertirse y con el corazón en la mano.

El mismo aquel que una vez estuvo muerto

pero que resurgió y reencarno en otro cuerpo

y ahora ha llegado más fuerte que nunca.

Vuelvo a mis raíces de auténtico soñador

con mi pluma llena de magia

y con más fuerzas que nunca.

He vuelto a mis raíces

a ser el mismo que antes era

Simplemente he vuelto a ser Yo.
GOODRICH VALDERRAMA, ROBERT ALLEN


¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas 
en mi pupila tu pupila azul, 
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? 
Poesía... eres tú.

Lee todo en: Rima XXI - Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer http://www.poemas-del-alma.com/rima-xxi.htm#ixzz3V33FmK3P



LA HORA DE TU OLVIDO
A la memoria de Salvador Medina Hernández, mi padre
Mientras unos pálidos señores juegan a la guerra
―rondan como águilas furiosas
e invaden, hasta la consumación de los escombros,
los muros y los espacios ajenos―
mi padre recoge las esquirlas de su última escalada.
Mientras los enviados del desastre
tienden su emboscada más allá del estallido
y sus libelos, ánimas terribles,
atan la noticia de pies y manos,
mi padre abandona la ensoñación de las estrellas,
la derrota del mundo.
Todo astro reclama su oscura vastedad.
(Ya en el fondo ―padre, tú tal vez no lo sabes―
se escucha la maldición de los dioses:
“¡Llegará el día en que la sangre,
harta de sus pálpitos bajísimos, les deje de latir!
¡Ríos de plomo amargo anegarán sus casas!
¡Barro serán sus pies!”)
Me rehúso a aceptar que él, ya fuera del tiempo,
habite el mismo limbo,
la misma oquedad demoledora,
el mismo universo en ruinas
que aldearon
los enemigos declarados de la ternura.
Cuando se haya ido, cuando ya del todo se haya ido,
cuando su última palabra dé y se haya ido,
los poderosos
―lobos de la peor estirpe
asidos al rebaño desde el amanecer,
vistiendo astutamente la piel de su ovejas,
lamiendo airosamente las honduras
de las que no ultimó la dentellada―
seguirán aquí, infames, en su tutela
de infiernos.

(Tomado de La hora de tu olvido)
SALVADOR MEDINA BARAHONA
PANAMÁ

Aquí nací y moriré

Aquí nací,
en un diminuto grano de sal
que flotó a la deriva
y se aposentó
en la placenta aguamarina
de mi madre.

Ella nació de la abuela
quien, a su vez, fue hecha de la piel escamada
de aquellos que vinieron
desde las aldeas distantes
en las costas de África.

Aquí crecí,
en el estallar
de las olas contra las rocas
y los deshechos de las playas;

entre el óxido del hierro
que hirió la pureza de las finas arenas.

Con maderas añejadas
hicimos la casa y las cruces,
el muelle de las bienvenidas y de los adioses,
nuestras canoas
que nos llevaron tan lejos y perduraron tanto
como el tiempo transcurrido
por el joven guerrero que se hizo anciano.

Fui libélula
y volé entre un majestuoso mar
de mariposas multicolores
y fue estremecedor el despliegue del carmesí,
del violeta
y el bermejo,
en las orillas virginales de las playas sin daño.

Apiñé los años
oyendo el latir de corazones engarzados
que aún retumba en los tambores
que se descosen y se desguazan;
en las caderas sudorosas
de las madres
que se abrieron como flores
pariendo hijos.

Fue un tiempo muy largo,
casi la eternidad en salmuera,
entre la pobreza agridulce de la niñez
y la longeva concavidad de mis huesos roídos
por el rumiar de los días;
por años sin dientes
que ya no me mordieron el alma.

Retornaré a la diminuta bahía
de la infancia,
a la muralla donde se estrellaba el mar,
a las calles de la ciudad ultramarina
donde chorrearon amaneceres y atardeceres
en el gris de los aguaceros,
al charco en la acera
y a la puerta de madera.

El celeste,
fue mi vértigo y mi ternura;
en mis ensueños
vi transcurrir un tiempo irrepetible,
con destellos lapislázulis,
que me colmó de inmensas dichas,
insoportables pérdidas
y devastadoras ausencias.

Caeré lentamente
en la refulgencia del agua
donde nadé dentro del velo de la libertad.

Moriré en la tarde
sin poder ver la siguiente aurora;
cuando la pizca de sal
que fue mi origen se evapore,
inevitable, solitaria,
pulverizada en átomos errantes
y vencida en la luz;
cuando la última ola
que vean mis ojos
se desparrame en la playa
y se inicie la resaca
que me llevará como un tronco maltrecho,
un caracol partido,
una espina de pez quebrada,
una momia húmeda
envuelta en harapos de algas,
sin un alarido, sin una queja,
con las vísceras hechas añicos
y el corazón triturado
en una molienda de agua salada
y tierra dulce.

Naufragará el barco de papel
que hice de niño y perdí;
pero no lloraré como entonces,
seguiré trotando
junto con los caballos de mar
en los jardines del agua,
como la segunda infancia,
como repasar los años
y recoger las sueltas alegrías
de la inocencia.

Llegarán otros hijos,
vendrán las madres de otras madres,
y ésta será también su patria sagrada.

Aquí estará por siempre
el lugar donde nací.

Este delicado hilo de luminiscencia
que entró a mis pupilas al nacer
y salió al morir,
en este privilegiado y amoroso
filamento de tierra,
entre dos prodigiosos océanos.
MANUEL ORESTES NIETO
PANAMÁ

RECUERDO DE MATACHÍN
Matachín reverbera bajo las aguas
Con su voz ahorcada y su dialecto
Con su rostro de músico y sus dedos embadurnados por azogue;
Es una franja de tierra que no puedo olvidar. No la ignoro
Y la acaricio,
La huelo como el primer milagro
Que brotó tras el diluvio
Con sus hojas graduales.
Cierro mis puños y los abro tratando de bracear
Sobre este lago
La vendimia del dolor;
Las letras paganas que compusieron su bitácora de viaje;
Sus maletas llenas de suicidios, y de muertes.
De auroras y de pueblos perdidos
Matachín regresa a mis salomas
Como una constelación que se recoge,
Como una estrella calcada,
Como un grito hechizado a la intemperie.
Aún albergo las ansias de montarme en tren,
De seguir los caminos y los rieles,
Los campos donde se disemina la faena
Donde está Uh Mei con su loto,
Con su estanque de páginas muertas.
Me apresuro a llegar hasta la iglesia de La Línea
Donde la campana sigue tañendo
A pesar del peso salobre de las aguas, me apresuro
A dar cuerda a un gran reloj que sigue andando
Nadie sabe la razón, la hora ni el por qué;
En sus péndulos veo parpadear un mundo
Con su cola de tucán, con sus páramos ausentes.
En Matachín hay una estación. Móntate.
Algún día llegaremos a la eternidad
En lomo de tren. Aquí yacen los chinos dormidos
Con sus colores y canciones. El tren inició
Con los colores del suicidio. Ahora todo es el sabor
Del olvido con su locomotora
Y su hierro oxidado
Móntate.
Algún día llegaremos a la eternidad
En lomo de tren.
JAVIER ALVARADO
PANAMÁ


POEMA 7
Alma mía! Alma mía! Raíz de mi sed viajera, 
gota de luz que espanta los asaltos del mundo. 
Flor mía. Flor de mi alma. Terreno de mis besos. 
Campanada de lágrimas. Remolino de arrullos. 
Agua viva que escurre su queja entre mis dedos. 
Azul y alada como los pájaros y el humo. 
Te pariò mi nostalgia, mi sed, mi ansia, mi espanto. 
Y estallaste en mis brazos como en la flor el fruto.

Zona de sombra, línea delgada y pensativa.
Enredadera crucificada sobre un muro.
Canciòn, sueño, destino. Flor mía, flor de mi alma.
Aletazo de sueño, mariposa, crepúsculo.

En la alta noche mi alma se tuerce y se destroza. 
La castigan los látigos del sueño y la socavan. 
Para esta inmensidad ya no hay nada en la tierra.
Ya no hay nada.
Se revuelven las sombras y se derrumba todo.
Caen sobre mis ruinas las vigas de mi alma.

No lucen los luceros acerados y blancos. 
Todo se rompe y cae. Todo se borra y pasa,
Es el dolor que aúlla como un loco en un bosque. 
Soledad de la noche. Soledad de mi alma. 
El grito, el alarido. Ya no hay nada en la tierra! 
La furia que amedrenta los cantos y las lágrimas. 
Sòlo la sombra estéril partida por mis gritos. 
Y la pared del cielo tendida contra mi alma!

Eres. Entonces eres y te buscaba entonces.
Eres labios de beso, fruta de sueños, todo.
Estás, eres y te amo! Te llamo y me respondes!
Luminaria de luna sobre los campos solos.
Flor mía, flor de mi alma, qué más para esta vida!
Tu voz, tu gesto pálido, tu ternura, tus ojos.
La delgada caricia que te hace arder entera.
Los dos brazos que emergen como juncos de asombro.
Todo tu cuerpo ardido de blancura en el vientre.
Las piernas perezosas. Las rodillas. Los hombros.
La cabellera de alas negras que van volando.
Las arañas oscuras del pubis en reposo.

PABLO NERUDA
POETA CHILENO PREMIO NOBEL DE LITERATURA