sábado, 28 de noviembre de 2015

JOSÉ DE FÁBREGA UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA INDEPENDENCIA DE PANAMÁ DE ESPAÑA AQUEL 28 DE NOVIEMBRE DE 1821 (NUEVO ARTÍCULO POR EL MES DE LA PATRIA)



José de Fábrega de las Cuevas

José de Fábrega de las Cuevas (1774 – 1841). Militar y político panameño. Primer Gobernador del Istmo de Panamá en 1821.

Nació en la ciudad de Panamá el 19 de octubre de 1774, y fue bautizado como José Pedro Antonio María de Fábrega y de las Cuevas. Era hijo del Capitán de Granaderos del Batallón Fijo, Carlos Fábrega, y de doña Antonia de las Cuevas y Alvares. En 1797 obtuvo el grado de Teniente; en 1812 ya era Capitán; en 1815 fue ascendido a Teniente Coronel y en 1821 fue nombrado Primer Gobernador del Istmo de Panamá. Contrajo matrimonio con la peruana doña Carmen de la Barrera, y tuvo tierras en la provincia de Veraguas.

En 1821, el deseo de independencia era un sentimiento extendido en todas las colonias hispanas.  Y  Panamá no fue la excepción. El inicio de la cadena de acontecimientos que resultaron enla independencia de Panamá de la metrópoli, fue el abandono del Istmo por el General Juan De La Cruz Mourgeon, oficial de la Corona española al mando del Istmo de Panamá y de casi todas sus fuerzas militares, para dirigirse al Ecuador, desde donde tenía órdenes de reconquistar el Virreinato de la Nueva Granada, del cual formaba parte Panamá. En este punto, José de Fábrega, en aquel momento Teniente Coronel y Gobernador Político y Militar del Departamento de Veraguas, asumió el mando del Istmo. La chispa independentista prendió en La Villa de Los Santos, donde se dio el primer grito de libertad el 10 de noviembre de 1821, repetido con entusiasmo por otros pueblos.  No obstante, a pesar de no declararse gobierno alguno, ese levantamiento espontáneo del pueblo santeño tuvo repercusiones en la capital. A raíz de estos acontecimientos, el General José de Fábrega, ya identificado con los patriotas, convocó el 20 de noviembre a una reunión en su propia casa, a la cual asistieron todas las fuerzas políticas, civiles y eclesiásticas pertenecientes, principalmente, a la élite criolla.  Lo propuesto en dicha junta no fue el repudio a los acontecimientos  originados  con  la  proclamación de independencia de la Villa de los Santos, sino la organizada coordinación de la revolución mediante la consulta popular.

Seguido de varios acontecimientos e intrigas propias del momento, un sector de la población urbana de intramuros, se amotinó el 28 de noviembre de ese año de 1821, e invadió la Plaza de la Catedral, pidiendo, enardecido, la convocatoria a un Cabildo Abierto para declarar la independencia y adoptar la forma republicana de gobierno. Allí, públicamente, se adoptó una declaración por la que Panamá se declaraba libre e independiente del gobierno español espontáneamente y conforme al voto popular de los pueblos. Al discutirse sobre cuál sería el gobierno que se establecería, se escogió la adhesión a Colombia, a cuyo Congreso iría a representar oportunamente su diputado.

Y José de Fábrega, como panameño, conjuntamente con amigos y familiares, conocidos y compañeros, avaló el sentimiento inevitable: el derecho a ser libres, a ser dueños de su propio destino; y, al mismo tiempo, quizás lo más importante, logró evitar el derramamiento de sangre que, bajo tales circunstancias, siempre solía ocurrir.

Así, José de Fábrega fue declarado Jefe Superior y primer Gobernador Civil, reconocido en tal cargo por la Junta Revolucionaria y, posteriormente, legitimado por el nuevo gobierno del Istmo.
En el despliegue de sus nuevas funciones, dictómedidasdirigidas a preservar la seguridad del Istmo, y los jefes, oficiales y soldados españoles fueron trasportados fuera de Panamá, luego de entregar voluntariamente las fortalezas de Chagres y Portobelo, en el lado atlántico panameño.

Pero escasamente dos  días después de la proclamación de la independencia, el 30 de noviembre, durante la ceremonia formal de juramentación del nuevo gobierno ya a cargo de Fábrega, un suceso inesperado que conmocionó a la nueva nación,  puso a prueba la voluntad y capacidad del recién nombrado Gobernador: dos fragatas de guerra de la marina española, La Prueba y  La Venganza, de cincuenta y cuarenta y cuatro cañones respectivamente, acompañadas de otros navíos pertenecientes a la flota del General Mourgeon, amanecieron en la Isla de Taboga, ubicada en el Pacífico, en la bahía de Panamá, frente a la ciudad.

Inmediatamente, Fábrega ordenó que todo hombre apto para tomar un fusil o una espada, se armase y prestase servicio en defensa de la nación ya emancipada.   Una vez más, las habilidades diplomáticas y la fortaleza de carácter de Fábrega lograron producir una tregua que les permitió a los navíos españoles permanecer en las aguas que comenzaban a reconocerse como colombianas lo estrictamente necesario para reabastecerse y partir. El general Fábrega sabía que un enfrentamiento militar con los españoles hubiese dejado graves secuelas. Fue su primer conflicto como gobernante, que se resolvió satisfactoriamente, y su gobierno inició con bases sólidas.

Pero este no sería el último riesgo político al cual se tendría que enfrentar para, según el criterio de la época, preservar la libertad de la nueva nación.

En 1830, estando Fábrega a cargo del Gobierno Civil desde el Departamento de Veraguas, el General José Domingo Espinar, en ese entonces al frente de la Comandancia Militar, se propuso segregar el Departamento de Panamá de la unidad nacional colombiana comprendida por Veraguas y Panamá, para formar un estado independiente  bajo su jefatura; para ello esgrimía una pugna de castas.

Como era de esperarse, José de Fábrega  se  opuso enérgicamente al golpe de Estado liderado por Espinar; pero las pugnas internas y los intereses particulares consiguieron que, cuando este último partió hacia Veraguas para combatir con el contingente que había organizado Fábrega, el Coronel Juan Eligio Alzuru, a quien Espinar había dejado al mando, lo derrocó en su ausencia.

Lo que intentó ser un buen gobierno, poco duró;  y Alzuru, víctima de la pasión por el poder, propinó un golpe de estado.  Concentró los dos poderes, el militar y el civil, en su persona; al mismo tiempo, impuso  un  gobierno  tiránico  que  culminó  con  el  destierro de Fábrega, quien, conjuntamente con otros próceres de la gesta independentista, fue embarcado hacia el extranjero.

Fábrega logró persuadir a los capitanes de los navíos para que lo liberasen en Montijo, Veraguas, desde donde emprendió  la nueva  lucha por  restablecer  el  orden  civil  y  la  legitimidad  en  el  país.

El 25 de agosto de ese mismo año ya estaba en La Chorrera; y el 26, cerca de la capital.  El 27 unificó fuerzas con el Coronel Tomas Herrera, y juntos, ganaron la batalla en contra de los ejércitos de Alzuru.  Alzuru fue juzgado y ejecutado por sus crímenes, en el mismo patíbulo que había levantado para cercenar muchas vidas en la Plaza de la Catedral.

Dentro de este marco, José de Fábrega no solamente contribuyó al nacimiento de la nación panameña, sino que fue el elementodecisivo que  estabilizó el Istmo  y  lo encaminó hacia la legitimidad, en una época en que era mucho más fácil gobernar con el sable y el fusil.

El mayor legado de este líder panameño es que aunque no vaciló en esgrimir su espada con firmeza cuando la patria más lo necesitó, ejerció su cargo militar con una  visión  civilista,  como genuino estadista que sentaba las bases para una  República a la cual sentía que debía servir.
Sumás valioso aporte no fue en el campo de batalla, sino desde el despacho  de gobierno. Por todo ello, fue distinguido con el más alto reconocimiento por parte del General Simón Bolívar, quien lo nombró “Libertador del Istmo", y expresó sentimientos de admiración al saber que Panamá había sido segregada por sí misma.  También afirmó Bolívar que  el Acta de Independencia de Panamá  es un monumento glorioso.

Finalmente, el General José de Fábrega regresó a la ciudad de Santiago de Veraguas, donde se mantuvo como Gobernador hasta 1835.  Fue electo Senador al Congreso Nacional en 1837 y en 1838, último cargo público que ejerció antes de su muerte el 11 de marzo de 1841.

Con  excepción  del  nombre  que  hoy  se  le  da  a la  Escuela de Enseñanza  Superior  de  la  Academia  de  Policía, su  figura  no  ha  recibido  otro  tributo  público  en  Panamá, más que la sencilla lápida que yace en la catedral de Santiago. En esa inscripción se puede leer lo siguiente: “Dicha y reposo para mi patria y virtudes para mis hijos.  Estas fueron las últimas palabras del general José de Fábrega, cuyos restos mortales yacen bajo esta losa.  Su cara esposa con  9  hijos le perdieron el 11 de marzo de 1841, y a su triste memoria  le  tributan este debido homenaje de gratitud.  Él vivió hasta la senectud.  Su vida pública siempre sostuvo el orden: bajó al sepulcro exento del crimen; padre amoroso, amigo fiel, fue franco y generoso con el débil, el menesteroso y desvalido, y al desaparecer legó a sus deudos honor y virtudes.”

Fuente: http://www.encaribe.org/es/article/jose-de-fabrega-de-las-cuevas/1799