sábado, 30 de abril de 2016

JAVIER ALVARADO JOVEN TALENTO DE LA POESÍA PANAMEÑA


JAVIER ALVARADO

POR: ROBERT A. GOODRICH V.*

Uno de los más talentosos poetas jóvenes que tiene Panamá es sin duda alguna Javier Alvarado ganador de un sin número de reconocimientos a nivel nacional e internacional incluyendo el Premio Nacional Ricardo Miró en la categoría poesía (2015), el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán categoría poesía, Mención de Honor Premio Casa de las Américas (Cuba), Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, Premio Internacional de Poesía Rubén Darío, por mencionar solo algunos de los que iremos conociendo más a lo largo de este pequeña pero significativa semblanza de un poeta joven a quién admiro y conozco personalmente Javier Alvarado quién se ha abierto paso en la literatura panameña siendo ahora mismo uno de los más valiosos exponentes de la poesía no solo de Panamá de Centroamérica.

Durante todo el Mes de abril he estado publicando reseñas biográficas de escritores panameños porqué el pasado 25 de abril se celebró el Día Nacional del Escritor en Panamá y considero que debemos de recordar y celebrar a todos estos valiosos exponentes de las letras panameñas.

Javier Alvarado es uno de esos que ha sabido encontrar el punto exacto para vivir de la literatura (algo difícil en nuestros días) y se ha destacado como uno de los máximos exponentes de la poesía panameña en la actualidad.

Conozcamos entoncés un poco de su vida y obra.

Premios
Cuento y leyenda en los Juegos Florales "Carmen Sánchez de López" del Panama School.
Premio "Diana Morán" intercolegial, en poesía y cuento en 1998, y en poesía en 1999.
Diploma de Honor por el INAC en el Primer Encuentro de Niños Escritores.
Premio Nacional de Poesía Joven "Gustavo Batista Cedeño" del Instituto Nacional de Cultura de Panamá en los años 2000, 2004, 2007 y 2014.
Premio Nacional de Poesía "Pablo Neruda" 2004 convocado por la Embajada de Chile y la Universidad Tecnológica de Panamá.
Premio Joven Sobresaliente por la Cámara Junior, Capítulo de la Ciudad de Panamá a logro cultural 2005.
Premio Signos de Poesía "Stella Sierra" 2007.
Mención en el Premio Casa de las Américas 2010 por Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia)
Premio de los Juegos Florales Belice y Panamá (León, Nicaragua) 2010
Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, poesía 2011
Premio Internacional de Poesía Rubén Darío 2011, convocado por el Instituto Nicaragüense de Cultura.
Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, convocado por la Universidad de Quintana Roo, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Jorge González Durán y la Revista Río Hondo.
Finalista del IV Festival de la Lira (Cuenca, Ecuador) 2013 por su libro Carta Natal al País de los Locos (Poeta en Escocia).
En 2014, un jurado compuesto por el poeta español Antonio Gamoneda, el poeta peruano Rodolfo Hinostroza y el poeta ecuatoriano Julio Pazos le otorgaron el I Premio Internacional de Poesía Medardo Ángel Silva a obra publicada por su libro Carta Natal al País de los Locos (Poeta en Escocia) en Guayaquil, Ecuador en el marco del Festival Desembarco Poético organizado por el poeta Ernesto Carrión.
Primer Accésit del Premio Eros de Poesía Erótica 2015, convocado por el Centro Canario de Estudios Caribeños por el poema "Para hacer el amor en Poneloya".
I Finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero 2015, Salamanca, España.
Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá en poesía, 2015.

NO ME CUBRE DE EDAD LA PRIMAVERA

Enterradero de El Ciprián
En este enterradero todos tenemos epitafio
Una oscura canción que nos persigue desde el pasado hasta el presente
Como una guirnalda de pobres vegetales,
Estos muertos que me habitan a veces, que tanto cargo
Que corrijo en sus posturas, en sus gestos, en sus hábitos,
Que corren detrás de mí como el niño tras el llanto amargo del agua
Se van navegando junto a mi sangre
Como se va escapando el invierno en su fragata.

¿A dónde se fue quedando el ropaje de nuestros primeros abuelos
Y el disfraz de loca y pordiosera de mi abuela
Con su legajo estival después de pasar por los chamuscados
Telares del viento, si eso dicen que la locura entra por el aire
A su viento, donde todos hemos de ir con el primer himno o la campanada
Terrena de esta suerte, de ser huérfano en la luz,
En la territorialidad y en el polvo?

¿A dónde está ella y el cruel abuelo
Que fue dispersando sus hijos por la tierra
(Vitervo, Bredio, Janeth)
Como las cuentas prófugas de un collar
Que halamos con la rabia del tiempo, con esa sacudida
De los animales que vuelven del espasmo
Cuando la noche se posa sobre nosotros
Como un gigantesco amaranto o como un pulpo
Que se ha sacado partituras con el orgasmo pétreo de su tinta?

Oh, mis primeros muertos que el chubasco del invierno
Me trae en desordenadas imágenes
Donde se contemplan el bestiario de las musas
Si no he podido contemplar la levadura de sus huesos
¿Dónde está su tumba, abuela inmemorial de maíz y greda
Marcaria Espinoza la que se fue sin ataúd
Sólo con la mortaja de llanto de sus hijos ausentes
En su humildad y en su locura?

Nosotros abandonaremos estos cuerpos, habitaremos estas burbujas
Que el invierno escupe.
Habrá tumbas desde el cielo a la fragata,
Nos hospedaremos en tu casa y seremos todos tan reales y desconocidos.
Éste es tu enterradero de El Ciprián, donde todos tendremos epitafio.


Ofrenda de cebolla

Not a red rose or a satin heart.
I give you an onion.
...
It promises light
like the careful undressing of love.
Carol Ann Duffy, Valentine
No me des la rosa
No me des el páramo, las calles.
No me des el tintineo del árbol,
No me des el agua y su cofre de cristales.
No me des las espinas de lo bello,
Dame la cebolla
Esas que se cultivan en Coclé o en otras partes
Donde su piel es blanca,
Nívea como un pecho de lobezno adolescente
Parda como el plumaje de una tierrerita
Desdoblada sobre la hoja inmóvil.
No me des del labio acuoso
Ni el bosque petrificado que llevas dentro
Como una copa de vino desmadrada
Los dones terrenales y celestiales
Que la creación te fue otorgando
Con las espigas demolidas,
Mejor el cráter nocturno
La cereza pálida
El venado derretido que alza los cuernos
En los festines de la cama
Olorosos como la canela llevada en el desierto
El sexo en el pico del ave
Que va goteando el semen táctil
O la enjundia del misticismo en la semilla.
Prefiero huir de tus reinos
Y dejar el servicio puesto,
Los utensilios, la comida fría
Esa es la comunión de tu cuerpo al pelarte
Al quitar la piel y ser poseso del cuchillo
Y descubrir tu carne en gajos curvilíneos
Que se abren despaciosos como un milagro
O un pacto de Dios en los corderos.
No me des nada,
Solo sembrad una cebolla aquí en mi tierra
Que el tallo vaya creciendo hasta alcanzar
La desmesura del cielo y el juicio de todos los confines.
Yo te dejo una rosa,
Te dejo los vientos, los mares, las residencias
Todo lo palpado, oído, gustado, visto y olfateado.
No me des los dones, no me des el cuerpo.
No me des las estaciones
Ni el abrigo ni el paraguas.
Arrebátame todos los vegetales del mundo
Pero no me dejes en orfandad
Sin la cebolla.


Matachín
Siempre anduve de paso, mirando la vida que corre
en algún tren opuesto al mío.
Eugenio Montejo

Despierto ahora que no quedan destellos en el pueblo
Cuando no quedan restos de manos
Acariciando el lomo de las puertas,
Alguna vela desterrada (si es que podemos descifrarla)
Alguna sombra colgando de un árbol (si es que el tiempo la ha dejado
Tejer una guirnalda, un légamo de trenza).

Escribo con el temblor de las palabras
Mientras el invierno
Teje una corona de sí mismo;
Mientras los pájaros dormitan
En otro silencio, en otro bosque, en otra selva,
Cuando todos desertamos de esa oscuridad
Que ya viene, que ya se fue y que llama a nuestros rituales con voz ronca
Como una llama de sangre que incuba las parcelas
Cuando raspamos una piedra contra otra,
Buscando el albur de nuestro tedio.

Es una hora en que todos se han marchado
En que partimos hacia épocas añejas
Con zapatos nuevos y ojos advocados al misterio
Con un dragón de escamas gualdas,
Con nuestras familias arrancadas de raíz,
Con el último intento del gallo de asir la tierra,
De alejarla de su cresta y rotar la muerte en su plumaje:
Cuando ya no me escucho, cuando ya no me oyen
Cuando en vano trato de plantar los rieles y durmientes
Y sobrevive un cántaro roto a las cuentas de la lluvia y los dictámenes del día
Cuando nos embarcaron desde Cantón para alborear la esfera
Para vislumbrar alguna pagoda en el paisaje.

Dejamos atrás nuestra ciudad,
El aroma lirico que transcurre en nuestro tiempo,
Algunas brazadas hacia el loto abierto del estanque,
Hacia nuestros sueños, algo de nuestras vidas inconclusas, fragmentarias,
Algo de nuestros dioses
Que en esta parte de Panamá aún respiran, prevalecen,
Mientras me devora un sol
Para llenar mis pupilas con los colores asaetados por el trópico;
Cuando un tren enmudecía en el pecho
Y se rumoraba
Que entristecíamos por falta de opio, que el opio no habitaba nuestros huesos
Como las oscuras voces que se debatían por ser grullas en la montaña sagrada.

Pero aun así, vestimos con sedas preciosas
Y amamos a nuestros hijos y mujeres
Condensando una huella que viene de tan lejos
Que se esfuma, que retorna, que muere contigo;
Era como recordar la siembra
Y la evocación empapada de nuestro padre,
Disputando las espigas de arroz
Y el monzón que se adviene -como hálito tardío-
Mientras el corazón se nos repliega
Con ese ruido de locomotoras que pasan
Y cada una de nuestras vidas es un durmiente
Y cada una de nuestras muertes es un riel demenciado entre las piedras.

Algunos se amarran guijarros
Y deletrean el curso sanguíneo de los ríos,
Otros empiezan a tallar lanzas de palo y luego hunden
Esa inocencia de árboles al cuello,
Algunos pagan por decapitaciones
O se sientan amordazados en el borde lastimero de la playa
Para que el mar los resida con sus pies de tentáculos
Y sus lágrimas de espuma
O toman sus trenzas
Y se anudan a las ramas y estallan sobre la tierra como frutos
Y cuelgan con sus grandes pantalones al viento
Como aguardando al eco,
Al aluvión que atesora lo parsimonioso de sus pasos,
A sus tés medicinales que desborda la tormenta.

Yo no puedo recordar el llanto de esa gente
Y la desolación que corre por sus ojos.
El istmo cuelga de un moño chino
Cuando no quedan restos de manos
Acariciando el lomo de las puertas;
Mientras recorro las historias de Matachín página por página;
Ahora que parto en tren
Y que ya no quedan destellos
De ahorcamientos
En el pueblo.
Tomado de la obra "Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín", Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012.
En Matachín se dio una gran ola de suicidios por parte de asiáticos durante la construcción del ferrocarril transcontinental y transistmico por el istmo de Panamá.

EL CARIBE SUELE SER UN ROSTRO

Hay un algo tan cercano que no deja definir su rostro
Quizás el de la ciencia
O el velero que se apaga
Esos que atisban la sal de los dominios y los recuerdos respirados de medianoche,
Lo que se incrusta en la pared
Como un testigo lapidario o un fusilamiento en las rosas del muro
Lo que fustiga a la quietud y a la inverosimilitud de la gravedad con la manzana
El epitafio rojo de los acertijos y de las lagunas mentales
Que no pedía tener
Cuando era un aprendiz
Y detrás de los abedules solía mantener pláticas
Con mi primer maestro
Donde él –todos los lunes capacitaba la luna de su tedio–
Le daba asco el café y solía caminar solo por la nieve de los parques;
Dicen que en Hyde Park protestan contra el miedo
Contra la luz inhumana y la inflación
Y hay alguien que afirma
Haber protestado contra la multiplicación de los clones
Cuando escuchábamos la sonata y a Eliot desperdigar maldiciones
Contra su cruel Abril
(A T.S. Elliot solían darle unas gripes muy fuertes
Durante esa época del año)
Contra eso que tiene la voluntad de ser
Una guillotina en medio de la palabra o de los astros
Las cartas antiguas que los amores evaporaron
En las hogueras de ópalo y las fuentes de odio incontenible

El caminar por estas avenidas es agitarse con el aire londinense
Esperar una palabra quieta o una humedad extraña bajo la axila
Cuando el viento barría las hojas fulgurantes del otoño
Que anunciaba su testamentaria muerte, su boina derribada
Por los ciclos del hambre, los vagabundos solían cantar
Esa extraña canción de sir Elton John cuando estaban borrachos
Y osaban tirarse al Támesis después de hacer su trato con la vida

Yo exigía una mirada o algo que se pareciese a la resurrección
A una explicación votiva que me hacía huir de la madre y del cadalso
Me alejaba por los bares como portando un as para redimir al futuro
Las barajas temblaban afiebradas sobre la mesa del póker
Los juegos peligrosos anuncian una entrada con sigilo.
Es un puente imaginario que estatifica los augures de la fiesta
La canción prenatal que se descosía ante el ritmo de los paraguas y los truenos.
Yo empujaba con mi soplo la carrera acelerada
De las ratas blancas que hacían girar la rueda
De nuestra conciencia colectiva;
Ese desesperado pataleo por alcanzar la libertad
Y la amplitud deiforme de la imagen
(Evita la transición y el paroxismo)

Siempre he tenido miedo a las grandes ciudades
A que me devoren con sus alféizares temibles
O con las puertas enormes de sus grandiosidades pedestres
Esos dioses de hormigón que rascan la columna vertebral del aire
Aún las edificaciones albergan la división de las lenguas.
Temo a seres extraños y a mis terribles conocidos
Algo como deshojar
la agarofobia

(Digo sucede en blanco, por la explosión que me aniquila)
Algo tiembla debajo de mi bufanda como una serpiente tiritando por el frío,
Le hacen falta las hiedras y las ofrendas germinadas
Por la lengua de la leche;
El hipocampo que la trajo desde el mar
Donde batallaron lugareños y guerreros invasores;
El mar suele devorar a las ciudades
Aún en presencia del sismo o de la tierra.

Esto cavilaba desde las ventanas de mi hotel a oscuras
En South Kensington, con la palangana de la brisa
Y los recolectores de la siembra
Atisbando desde lo gris al sol de mi país,
Esa yema milagrosa de los trópicos.
Yo solía recorrer los parajes sin esperar la extremaunción
De los poderes,
Eso que puede ser una ilusión o una utopía
Por alcanzar la radioactividad de lo real y la certeza
Una llama que nos espera en la guarida del relámpago
Un invierno legendario en cada mano
Algo que nos puede imposibilitar llegar hasta las canoas
Del otro lado del Atlántico.

El Caribe es esa noción de ser
Ese tambor primigenio atornillado a la cadera

Nos reuníamos en esas noches
Con la arena y el sopor de las ensenadas
Yemayá y Ochún tiritando desde las infinidades
–Saladas y dulces
De agua y tierra del Caribe–
Elegguá abriéndome las puertas de su cielo promisorio
(La pluma del escritor que tantea la historia
De esa mestizada humanidad)

Es entonces esa caribeña razón de ser
La que me convida a sentarme
Y a observar mi rostro disuelto en otros rostros
Las frutas gritando por la violación de los molinos
La llama de nácar y la yegua que se posesiona del enjambre
Esas abejas visperadas para el equinoccio
La memoria de la concha y el arquero de las cañas
Penetrando en el hormigueo del corazón con su machete

BOCA LA CAJA

Ya habrán desaparecido las casas
Y los restos del colmenar en el invierno.
Ya nadie azotará las redes desde la parquedad
De las barcazas. Todos se fueron yendo
Cuando quedó cercada la infancia
Por los temibles edificios. Ya nada es más distante
Que el tiempo y su sombra, que el veredicto final
De las casuchas que desaparecen como el último
Recuerdo que dejó Dios en la memoria, quizás no fuimos
Tan mortales y perecieron nuestras huellas.

¿Adónde va Boca la Caja con sus centellas
Y sus muertes?
¿Adónde sus fogatas y la pesca que se va desvaneciendo
Como una temible batahola?
Ya no se escucharán más las risas y los llantos,
El arroz con coco y los pescados se nublarán
Con un bocado de hambre y mansedumbre.
Sólo miro el avance del concreto y una luz
Se apaga en el poblacho.
Mi infancia quedará arrebatada por los altos edificios.
La Virgen del Carmen se quedará en la tierra.
Sólo quedaremos en vídeos y postales.
Algún cronista nos llamará: un pueblo perdido,
El invierno lloverá dentro de nosotros
Y ya nadie azotará las redes
Desde la parquedad de las barcazas.

Javier Alvarado (Santiago de Veraguas, Panamá, 28 de agosto de 1982) es un poeta panameño, cuya obra ha recibido varios premios. Hizo sus estudios de bachillerato en el colegio Panama School y se licenció en Lengua y Literatura Españolas en la Universidad de Panamá (2005).

Obras Publicadas:

"Tiempos de vida y muerte" (INAC, Panamá, 2001)
"Caminos errabundos y otras ciudades" (UTP, Panamá, 2001)
"Poemas para caminar bajo un paraguas" (Imprenta Alvarado, Panamá, 2003)
"Aquí, todo tu cuerpo escrito" (INAC, Panamá, 2005)
"Por ti no pasa nunca el tiempo —y otros poemas al espejo—" (Panamá, 2005)
"No me cubre de edad la primavera" (Poemas de Ocù) (Panamá, 2008)
"Soy mi desconocido" (9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2008)
Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia)México, 2011
"Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (Nicaragua, 2011)
"Balada sin ovejas para un pastor de huesos (UTP, Panamá, 2011
"El mar que me habita"
"Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (Ediciones Universidad de Quintana Roo, México, 2013)"¨
"La vida en mi plato de pobre"

Un poeta que ha brillado con luz propia que le ha escrito a su madre, a su pueblo, a su gente, a su país, a la historia en fin tantos temas que un poeta que los poetas podemos abordar con nuestras prosas y nuestros versos Javier Alvarado lo ha logrado hacer de manera magistral tanto así que nos recuerda a otros poetas panameños como: Manuel Orestes Nieto, José Franco, Rogelio Sinán, Gustavo Batista Cedeño, entre otros.

Javier ha escrito su nombre con letras doradas en la poesía y literatura istmeña.

Fuentes
-Wikipedia
-Goethe Institut Cuenta Centroamérica portal literario.
-espacioluke.com Luke no.144- Noviembre-Diciembre 2012.

*
Robert Allen Goodrich Valderrama (Panamá 1980): Poeta, escritor, ensayista creador del Blog Mi Mundo www.robert-mimundo.blogspot.com del Grupo Amor por las Letras ha participado en más de 40 antologías a nivel mundial sus libros están editados y publicados de manera independiente en www.lulu.com y tambien a la venta en www.amazon.com y otros sitios ha ganado diversos reconocimientos es Presidente de UMECEP Panamá.