viernes, 13 de noviembre de 2015

GASPAR OCTAVIO HERNÁNDEZ EL GRAN POETA Y PERIODISTA FELICIDADES A TODOS LOS PERIODISTAS PANAMEÑOS (ARTÍCULO POR EL MES DE LA PATRIA)

GASPAR OCTAVIO HERNANDEZ
(1893-1918)

Nació en la ciudad de Panamá, el 14 de julio de 1893, de humildícimo origen, es el más joven de los poetas primeros de la República y también el más sometido al influjo modernista. Autodidacto, mostró dominio sobre los instrumentos de su arte. Fue correcto verificador, y poeta. Agrada en Hernández su voluntad de perfección. Hombre imaginativo, realizó cosas singulares. Y dejó dos libros: Iconografías (1915), prosa que incluye cuentos y notas críticas, y Melodías del pasado (1915); a lo que se agrega La Copa de Amatista (1923), libro póstumo. Murió el 13 de noviembre de 1918, de un ataque de hemoptisis.

Demetrio Korsi lo clasificó de "gran poeta negro, doloroso, exótico, sincero y desventurado que murió a los 25 años ahogado por violenta hemoptisis, en el despacho de La Estrella de Panamá, periódico del cual era jefe de redacción".

Hacia el final de su vida empezó a interesarse por el tema popular. Sus pocos poemas de ese tipo nos indican que ese camino le llevarían al encuentro de su yo esencial. Con todo, su obra constituye uno de los más importantes logros de la poesía panameña. Si Hernández fue un autodidacta, su joven exégeta ha demostrado técnicamente su genialidad poética. Sin su prematura muerte, su modernismo hubiera alcanzado el más alto nivel continental.

 Murió realizando su trabajo de periodista, por lo que tal fecha se convirtió en Día del Periodista, siendo la figura de Hernández el símbolo del periodismo nacional. Colaboró en las revistas literarias de su época, fue director de Menphis y jefe de redacción del diario La Estrella de Panamá.

Canto a la Bandera, por
Gaspar Octavio Hernández

Se detuvo el mancebo en la rampa, frente al mar
transparente. Comenzaba a brillar la mañana. En una
de las naves de Aguadulce fondeadas en el puerto, hercúleo
marino de color de bronce -cantando un alegre cantar de
aldea- enarbolaba el pendón tricolor del Istmo.

El mancebo sintióse inquieto de entusiasmo: el
entusiasmo le hizo poeta y le inspiró este canto:

¡Ved cómo asciende sobre el mar la enseña
que refleja en sus vívidos colores
el mar y el cielo de la patria istmeña!
¡Mirad...! ¡Es la bandera panameña,
vistosa cual gentil manto de flores!

¡Ved cómo asciende al mástil del velero
serpenteando con lánguida armonía
bajo la luz del matinal lucero,
mientras canta fornido marinero
con ruda voz, canciones de alegría!

El céfiro de Ancón, puro y fragante
como beso de virgen, acaricia
la tenue seda del pendón flotante
y tierno idilio sobre el mar sonante
con el céfiro la bandera inicia.

¡Bandera de la patria! ¡Con celajes
de púrpura encendida, con pedazos
del cielo de los ístmicos paisajes
y de marina espuma con encajes
tejieron nuestras vírgenes los lazos!

¡Bandera de la patria! Las estrellas
en tus colores su fulgor derraman
perennemente vívidas. Por ellas,
los hombres duros, las mujeres bellas
¡en patriotismo férvido se inflaman!

¡Ellas, en nuestros fuertes corazones,
la llama avivarán del heroísmo,
cuando al grito marcial de los cañones,
enemigo clarín vibre canciones
bajo el ardiente sol de nuestro Istmo!

Ellas reavivarán en nuestras almas
amor por nuestras fértiles campiñas
sembradas de naranjos y de palmas,
donde -tras de luchar- núbiles niñas
nos ceñirán de mirtos y de palmas...

¡Bandera de la patria! Sube...,sube
hasta perderte en el azul... Y luego
de flotar en la patria del querube;
de flotar junto al velo de la nube,
si ves que el Hado ciego
en los istmeños puso cobardía,
desciende al Istmo convertida en fuego
y extingue con febril desasosiego
¡a los que amaron tu esplendor un día!

La Estrella de Panamá
23 de mayo de 1915.

La Agonía del Guerrero, por
Gaspar Octavio Hernández

Con ojos que denuncian pesadumbre,
mira el postrado capitán, colgada
de vetusta pared, la fina espada
con que pueblos redujo a servidumbre.

Ver le parece la musgosa cumbre
-de fresca sangre y lágrimas bañada-
donde su mano, del acero armada,
terror diera a enemiga muchedumbre.

-Inútil esperar -trémulo exclama-,
y, cual serpiente a quien la furia encona,
se retuerce de súbito en el lecho;

La Patria, envilecida; infiel mi dama,
mi acero inmóvil, rota mi corona...
¡Ah!, con la espada atravesadme el pecho.

Del libro: Melodías del pasado.

Fuentes:
-Panamá Poesía
-Wikipedia.