domingo, 1 de octubre de 2017

LOS DOS DEMETRIOS (HOMENAJE A DEMETRIO KORSI Y DEMETRIO HERRERA SEVILLANO)






FOTOS DE DEMETRIO KORSI Y DEMETRIO HERRERA SEVILLANO (TOMADAS DE INTERNET)



LOS DOS DEMETRIOS

POR: ROBERT A. GOODRICH V.*

Por cosas de la vida ambos personajes se llaman: Demetrio uno de apellido Korsi y el otro de apellidos Herrera Sevillano.

Ambos fallecieron en el Mes de Octubre, ambos eran poetas humildes, ambos eran poetas del pueblo y ambos escribieron fuertes poemas sociales muy criticados en su tiempo y todavía hoy hay quienes sin entender las épocas que les tocó vivir los critican.

Comencemos este trabajo con Demetrio Korsi.

Demetrio Korsi, poeta y periodista profesional, y a veces, diplomático, político y dibujante, nació en la ciudad de Panamá en 1899. Fueron sus padres el Capitán del mismo nombre, de origen griego, y la panameña Elisa Herrera de Korsi.

Efectuó los primeros estudios en la Escuela Santa Ana de Varones, hoy Manuel José Hurtado, y en el plantel de los Hermanos Cristianos, descubriendo enseguida ingénitas inclinaciones literarias. En el Instituto Nacional obtuvo título de Bachiller en Humanidades, llegando a contar, entre quienes lo animaban al cultivo de las letras, con el apoyo de Guillermo Andreve y Octavio Méndez Pereira. Más tarde en norteamérica, motivos de fuerza mayor lo obligaron a interrumpir estudios de medicina, retornando a Panamá para ingresar a la Escuela de Derecho, donde también suspendería esta carrera por razones de salud. Una vez restablecido, se dedicó a menesteres de la abogacía y a colaborar en periódicos y revistas, tanto nacionales como extranjeras.

La inclusión de su nombre en el Parnaso Panameño, editado por Méndez Pereira en 1916, y la forma benévola como eran recibidas sus producciones, alentaron a Korsi a dedicarse al oficio de escritor. Emprende entoces una tesonera actividad literaria alcanzando a diecinueve, en un lapso de treinta y siete años, el número de libros suyos editados por propia iniciativa.

Todos su libros, como las ocupaciones periodísticas y diplomáticas de Korsi, se producen en relación con las fuerzas circunstanciales que determinaban los rumbos de su vida. Si por azar no fue escritor, por dedicarse a escribir llegó a ser poeta, novelista, cónsul y corresponsal en París de una treintena de periódicos y revistas importantes de habla hispana y portuguesa. Ejerció la representación consular de su país en San Francisco de California, en las ciudades francesas de El Havre, Burdeux y Marsella, y en Kingston, Jamaica. Además de las representaciones ocupó cargos burocráticos en la Secretaría de Instrucción Pública y la Biblioteca Colón en Panamá.

En El Havre, en 1926, contrajo Korsi matrimonio con la ciudadana francesa Angela Julian, de cuyo enlace nació una hija. Divorciado, volvió a casarse en 1948 en Panamá con su coterránea Eloisa M. Sandoval, unión de la que nacierón tres hijos: un varón y dos mujeres.

Iniciado como admirador de Chocano, cultivará después la veta humorista, el tema afroíndigena y aspectos varios de la vida en nuestra capital. Korsi vio con simpatías las tendencias que se sucedieron al modernismo, y sin perder su elegancia y señorío poético, ha vestido, en ocasiones, su musa de vanguardismo.

Demetrio Korsi, humorista, bohemio, estudioso del pulso popular y enamorado perpetuo del Parque de Santa Ana, falleció en la Ciudad de Panamá, el 30 de octubre de 1957, mientras pulía los versos de un poema en ciernes.

Obras de Demetrio Korsi
Los Poemas Extraños, prosa y verso. 1920
Leyenda Bárbara, novela. 1921
Tierras Vírgenes, versos. 1923
Los Pajáros de la Montaña, versos. 1924
Bajo el Sol de California, versos. 1924
Antología de Panamá, parnaso y prosa. 1926
El viento en la Montaña, versos con prólogo de Manuel Ugarte. 1926
El Amor Fuerza Universal, divagaciones. 1926
El Palacio del Sol, versos. 1927
Block, versos. 1933
Escenas de la Vida Tropical, novela 1934
El Dr. Llorent, Anecdotario del Caruso de la Palabra Hablada. 1935
Cumbia, versos 1935
El Grillo que Cantó Sobre el Canal, versos. 1937
Cumbia y otros Poemas Panameñistas. 1941
El Grillo que Cantó bajo las hélices. 1942
Yo Cantaba a las Faldas del Ancón, versos. 1943
Pequeña Antología, versos. 1947
Canciones Efímeras, versos. 1950
Nocturno en Gris, versos. 1952
Los Gringos Llegan y la Cumbia se va. 1953
El Tiempo se Perdía y Todo era lo Mismo, versos. 1955

Ahora veamos algunos de sus más símbolicos Poemas

Incidente de Cumbia, por
Demetrio Korsi

Con queja de indio y grito de chombo,
dentro de la cantina de Pancha Manchá,
trazumando ambiente de timba y kilombo,
se oye que la cumbia resonando está...

Baile que legara la abuela africana
con cadena chata y pelo cuscú;
fuerte y bochinchosa danza interiorana
que bailó cual nadie Juana Calambú.

Pancha Manchá tiene la cumbia caliente,
la de Chepigana y la del Chocó,
y cuando borracha se alegra la gente,
llora el tamborero, llora Chimbombó...

Chimbombó es el negro que Meme embrujara,
Chimbombó es el negro de gran corazón;
le raya una vieja cicatriz la cara;
tiene mala juma y alma de león.

Y el tambor trepida! Y la cumbia alegra!
Meme baila... El negro, como un animal,
llora los desprecios que le hace la negra,
y es que quiere a un gringo la zamba fatal!

Como un clavo dicen que saca otro clavo,
aporrea el cuero que su mano hinchó;
mientras más borracho su golpe es más bravo;
¡juma toca cumbia, dice Chimbombó!...

Vengador, celoso, se alza de un respingo
cuando Meme acaba la cumbia, y se va
-cogida del brazo de su amante gringo-
rumbo al dormitorio de Pancha Manchá.

Del puñal armado los persigue, y ambos
mueren del acero del gran Chimbombó,
y la turbamulta de negros y zambos
siente que, a la Raza, Chimbombó vengó...

Húyese hacia el Cauca el negro bravío
y otra vez la cumbia trepidando está,
pero se dijera que no tiene el brío
de la vieja cumbia de Pancha Manchá...

Es que falta Meme, la ardiente mulata,
y es que falta el negro que al Cauca se huyó;
siempre habrá clientela y siempre habrá plata,
¡pero nunca otro hombre como Chimbombó!

Visión de Panamá, por
Demetrio Korsi

(De 4 a 6 de la tarde, del Banco al Cruce)

Gringos, gringos, gringos... Negros, negros, negros...
Tiendas y almacenes, cien razas al sol.
Cholitas cuadradas y zafias mulatas
llenan los zaguanes de prostitución.

Un coche decrépito pasa con turistas.
Soldados, marinos, que vienen y van,
y, empantalonadas, las caberetistas
que aquí han descubierto la tierra de Adán.

Panamá la fácil. Panamá la abierta,
Panamá la de esa Avenida Central
que es encrucijada, puente, puerto y puerta
por donde debiera entrarse al Canal.

Movimiento. Tráfico. Todas las cantinas,
todos los borrachos, todos los fox-trots,
y todas las rumbas y todos los grajos
y todos los gringos que nos manda Dios.

Diez mil extranjeros y mil billeteras...
Aguardiente, música... La guerra es fatal!
Danzan los millones su danza macabra.
Gringos, negros, negros. gringos.... ¡Panamá!

Parque de Santa Ana, por
Demetrio Korsi

Parque de Santa Ana,
por tu pasado y por el porvenir.
¡El primer monumento nacional!

La iglesia se yergue mirándote.
Anoche un negro se casó:
iba vestido de guantes blancos
y una sonrisa blanca.

Mi padre fue un trabajador,
un capitán de dragas, un lobo de mar.
¡Salud, capitán!
En los rompeolas hay algo de sus bíceps,
pulseaba las mareas,
era un experto en horizontes.

!Salud, capitán!
Me infunde pensamientos profundos
el hombre que llegó en aventurero
para engendrar al hombre que le canta al Canal.

¡Canal! Guión de inmensidades,
norte, sur, este, oeste.
¡Oh grúas, que desentrañan los Andes!
¡Oh esclusas, matrices del progreso!
El mundo es Panamá.

¡Campanas de Santa Ana!
Más dulces que los ángeles,
nos cantaron la primera canción
y acaso acompasen la canción del olvido
con el adiós de las palmeras.

El Parque de Santa Ana es el pueblo,
el verdadero pueblo.
Cordialmente allí somos amigos y enemigos,
nos queremos y odiamos con fraternidad.

La iglesia nos vio a todos pequeños.
¡Cuán inverosímil la infancia!
¡Quién pudiese vivirla otra vez
en ti como entonces, Parque de Santa Ana,
levadura de Panamá!

¡Soy el poeta del barrio de Santa Ana!
Ese es mi orgullo. Aquello es mío.
El carretero ha sido mi compañero,
la sirvienta ha sido mi camarada.
Yo conozco los blancos, los negros, los mestizos,
a cada cual le sé su vida y milagros.

Soy auténtico, soy trascendental.
Soy un pedazo del pueblo.
¿Quién no me conoce en Panamá?
Desde el limpiabotas al Presidente.

Señores: Yo necesito el Porvenir...

Héroe Antiguo, por
Demetrio Korsi

Me contaron de un indio, fiero y bravío,
que vivió en otros tiempos casi olvidados,
y creí desde entonces que era algo mío:
¡uno de mis maternos antepasados!

Las selvas primitivas eran estrechas
para él, con sus mujeres y sus guerreros;
tanta fue su pujanza que con sus flechas
hizo blanco en la frente de los luceros!

Quise ir hasta la luna. . . Con su piragua
salió al mar, tras el logro de otra fortuna,
y sorprendió el momento en que, al ras del agua,
del cóncavo horizonte se alza la luna.

Pero llegó muy tarde: como un tesoro
subió por el espacio la luna grata;
con los brazos abiertos, en busca de oro,
vió al boga. . . en la blancura de un mar de plata. . .

Para en urnas hieráticas poder tenerlas,
buceó, en las honduras del océano,
las más imponderables, fastuosas perlas,
¡las hurtó a sus conchas con brusca mano!

Su fuerte dentadura, firme, incisiva,
mordió corales, rojos como un desangre,
y vio que los corales, cual carne viva,
al trozarlos sus dientes... ¡manaban sangre!

¡Indio fiero, no tuvo jamás descanso!
Las noches tropicales, claras y bellas,
le hallaron junto al aro de azul remanso
con sus redes de oro, ¡pescando estrellas!

¡Olió, sin embriagarse, malignas flores,
porque lo resguardaban sus talismanes,
y fue a la caza heroica de los cóndores
que volaban más alto que los volcanes!

Las más enardecidas tribus viriles
probaron de sus armas el recio yugo;
cuando se sublevaron, vieron hostiles
que él era insuperable como verdugo.

Llegaba atropellando selvas y brumas
con sus predominantes conquistas bravas,
mientras, como en un cromo, ágiles pumas
seguían el cortejo de sus esclavas. . .

De noche, en las profundas selvas hurañas
o en lo más intrincado de los manglares,
escalofrió el silencio de las montañas
¡flechando las pupilas de los jaguares!

Cacique pensativo de tribu ambigua,
afirmaba sus plantas con entereza,
porque lo autorizaba su estirpe antigua,
¡porque era un convencido de su grandeza!

Catástrofes y triunfos llenan su historia,
risas y maldiciones, sangre y orgía...
Y pienso que he vivido su excelsa gloria
¡y su grandeza bárbara la siento mía!

Y es por eso que envidio la invicta palma
que del héroe circunda la altiva frente:
¡me parece que en mi alma palpita su alma,
y es que de su abolengo soy descendiente!

Del libro: El grillo que cantó sobre el Canal

Ibero-América, por
Demetrio Korsi

La América Latina al fin se ha unido
a España en una conjunción que abraza
todas las glorias del león vencido
y las grandezas de la nueva Raza.

Es un tumulto espléndido y temido
que toda bárbara invasión rechaza;
¡y ya el pendón hispánico en olvido
al pabellón de América se enlaza!

España tiene la gloriosa palma,
y el mundo de Colón, fuerte y jocundo,
junto al alma española ha puesto su alma...

¡Dios, desde arriba del azul profundo,
las mira y piensa con suprema calma
que ambas serán el porvenir del mundo!

A la Bandera,
por Demetrio Korsi

Bandera que tremolas, como ligera
ala  que se despliega; !bandera mía!,
al cielo de mi patria yo te añadiera,
para que tú le dieras más alegría. . .

Bandera panameña, que en raudos giros
como en un triunfo flotas, y altiva subes,
pues pareces movida por los suspiros,
por los tenues suspiros de los querubes.

Como en la hirviente cumbre de un oleaje,
pareces en las astas ir ondulando,
y es nacional la ofrenda del homenaje
¡porque tú  eres la patria que va pasando. . .!

Yo quisiera en mis ansias llevarte arriba,
arriba de los techos para lucirte,
y aunque estuvieses hecha toda una criba,
la bandera serías de más estirpe.

Y si alguna potencia quiere humillarte,
y si muchos cañones te obligarían,
no hubiera panameño para bajarte
¡porque sin manos antes se quedaría!

Bandera que tremolas, como ligera
ala que se despliega, bandera mía,
al cielo de la patria yo te añadiera,
¡para que así le dieras más alegría. . . !


La Cumbia se Baila al Son, por
Demetrio Korsi

El negrito Chimbimbembe
y la negra Cumbimbamba
bailan la cumbia al son
de sus caderas mulatas...

Sudor fuerte y carnaval,
con aguardiente y con ron,
en el patio de los congos
y el barrio del Marañón.

¡cumbia! , con tambor y vela,
que es alma del arrabal,
canción de sangre, que moja
las esclusas del Canal.

¿Adónde voló el cuchillo
conque mataron al gringo?
¡Y nadie supo quién fue...!
(La noche borracha es cómplice
y no sabe hablar inglés!)

¡Cumbia!, música que alegra
con aguardiente y con plata!
tu alma es dura, triste y negra,
y tu noche siempre mata.

¡La cumbia se baila al son
de unas caderas mulatas!

Considero y lo he tratado de proponer pero por circunstancias de la vida no lo he podido hacer formalmente que la obra de Demetrio Korsi debe de ser reeditada para el conocimiento de las presentes generaciones porqué su poesía es extraordinaria y no sólo poesía se destacó en varios campos como diplomático y periodista pero las personas recuerdan más con cariño su poesía. Recientemente la misma ha recibido críticas aduciendo que tiene un toque racista sin embargo como ya mencione es difícil poder entender cuando no se vivió la época en que fueron escritas y por eso siempre habrá quienes critiquen la misma.

Ahora conozcamos al otro Demetrio.

DEMETRIO HERRERA SEVILLANO
(1902-1950)

De padre colombiano y madre oriunda de La Chorrera, nace en Panamá. Es un hombre pobre, que vive en esta capital, salvo algunas ausencias en San Blas y David. Sólo hizo estudios de escuela primaria. Pero en las lecturas y en la vida encontró su verdadera formación. Fue de oficio encuadernador. Se casó joven, y tenía hijos. Con uno de ellos vivía, en una habitación sórdida, cuando le sorprendió la muerte durante la siesta. Al regresar su hijo de la escuela, lo encontró muerto. Vivía cerca de la plaza de Santa Ana, verdadero centro popular de Panamá. El -como antes Demetrio Korsi- fue cantor de la plaza y de sus aledaños de pobres. Sus poemas, según Pedro Rivera, son «radiografías del alma popular».

Se inspira en sus lecturas -Vicente Huidobro, García Lorca, Rafael Alberti, Nicolas Guillén y Julio Flóres-. Se le ha considerado como el verdadero poeta del pueblo que ha tenido Panamá.

Obras de Demetrio Herrera Sevillano

Mis Primeros Trinos. Panamá, Imprenta Nacional. 1924
Kodak (sin pie de imprenta). 1937
La Fiesta de San Cristóbal. Panamá (sin pie de imprenta). 1937
Los Poemas del Pueblo. Panamá, Botello, impresor. 1938
Los Poemas del Pueblo. Panamá, Botello, impresor. Segunda edición. 1939
Antología Poética. Panamá, Imprenta de la Academia. Prólogo de Enrique Ruiz Vernacci. 1945
La Canción del Esclavo. Panamá, Imprenta Nacional 1947
Ventana. Panamá, Imprenta Nacional. Premio del Concurso Ricardo Miró, de 1949 1950

Algunos de sus Poemas

Cuartos, por
Demetrio Herrera Sevillano

Zonzos
de calor y noche,
pasan cuartos
            Cuartos...
            Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.

Mujeres semidesnudas
están lavando en el patio,
y pregonando los fogones
un silencio
            cuadrilátero.
Cuartos donde necia da
la tos, funeral silbato.
Cuartos con sus caras mustias,
con su exposición de harapos.

La enferma se asoma y llama...,
la enferma se asoma y llama
al viento, que no hace caso.
Aprieta el zaguán oscuro.
Abofetea el tinaco.

y
zonzos,
            de calor y noche,
pasan cuartos.
            Cuartos...
            Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.

Parque de Santa Ana, por
Demetrio Herrera Sevillano

Para Eliseo Echévez

Parque "Santa Ana"! Carrosel antiguo,
deliciosa rueda de la distracción.
Te recuerdo tanto ¡tánto! que atestiguo
que soy una rama, de tu ramazón.

Tu figura, necio, maltraté irritado
sin que te inmutases por mi proceder.
Estoicismo santo que ha vigorizado
esta tolerancia de mi padecer.

Parque Santa Ana! Lírica bandeja
donde exhibe el pobre su penalidad.
Cromo de tertulias donde se festeja,
donde se moteja, sin perplejidad.

En las noches danza sobre tu corona,
visitante, el viento, con nervioso son.
Y un susurro grave, como de persona,
va surgiendo entonces de tu floración.

Empaparon lobos tu sencilla frente
en la sangre núbil de Ferdín Jaén.
Les miró la torre, resignadamente,
resignado, el cielo, les miró también.

Parque Santa Ana. Circular y craso,
eres fuerte abrazo de mi Panamá.
En sus calles --cintas de potente lazo--
la ciudad tu imagen ostentando está.

Te venero mucho! No hay en la mañana
--que madruga a verte-- mi veneración.
Es que soy tu amigo, Parque Santa Ana.
Más que amigo: rama, de tu ramazón.

Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.

Calidonia, por
Demetrio Herrera Sevillano

Los automóviles gritan.
El tranvía pide permiso
y el viento me cae encima
atropellado por los autobuses.

Súbito, ¡zas!,
un jamaicano salta,
del brazo de la vía,
al heroico pescante de una chiva
que se come -¡golosa!- la distancia.

La calle respira por sus callejones.
y
-carbón de mangle en bruto-,
en soso monorritmo,
las sólidas cabezas.

-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.

Por aquí a las cantinas
pariéronlas juntitas
como a las hermanas Dionne,
y hay un hedor travieso
que insiste en molestarme.

Negros. Más negros. Más negros.
-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.

Terquedad de las casas
en atajar la calle,
que intenta liberarse
-¡delicioso!-
del trato siempre injusto
que danle los vehículos.

¡Calidonia!
Algunos cruzan corriendo...
Las chivas se persiguen
y ríos abigarrados de gente que va y viene
inunda las aceras.

En el ombligo férvido
el policía del tránsito
abofetea el ambiente.


Letania de las Calles, por
Demetrio Herrera Sevillano

Para el licenciado don Angel L. Casís,
que también siente.

Conozco las calles. Las calles conocen
también mi infortunio, mi ensueño, mi voz.
Las calles son largas mujeres tendidas
que el hombre a martirio tenaz condenó.

Sujetas, prendidas por brazos terribles,
las hieren los coches, las tuesta el calor.
Las calles no logran quitarse la ruda,
la ruda y sañuda, lanzada del sol.

Tacones... Tacones... Con dura inclemencia
golpeando su alma, gozosos se ven.
No tienen quien cure su trágica herida,
quien borre su angustia, quien salve su ser.

A veces enroscan su cuerpo de piedra.
Ocultan, a veces, su pecho viril.
Las matan los golpes --gritón sonsonete--
que el mundo, perverso, las suele inferir.

En noches profundas las hallo rendidas;
las deja, cansado, el ruido voraz.
Las calles parecen, dormidas, los muertos,...
los muertos de alguna contienda brutal.

Quien sabe qué sueñan entonces las calles!
Quien sabe qué cosas sus sueños dirán!
(Tan solo pedazos hacer las cadenas,
aquel que las sufre, precisa soñar).

La bala: chispazo, corcel invisible
que corre la Muerte, que silba al correr,
su rostro empurpura con sangre del uno,
con sangre del otro, con sangre de aquel.

Oh calles cautivas!... Si al menos pudieran
gritar sus pesares, decir lo que ven!
Caifás pisa ufano su cuello deforme
y Judas las tiene de hogar y cuartel.

Anónimo errante, me acogen las calles!
Las calles conocen mi paso, mi voz.
Las calles me quieren, porque, como ellas,
sufro sin que a nadie le interese yo.

Valientes, soportan serenas el yugo;
indóciles, rugen atroz gravedad.
Yo veo en las calles el noble, ¡el magnífico
afán de pararse, de hablar y luchar!

Oh calles amigas!... Cadáver la fiebre
feroz de libraros, la pena es en mí.
Atadas, tiradas al suelo, ultrajadas,
oh calles amigas!, tenéis que vivir.

Yo sí, Yo sí puedo!... Que lúgubres miro
mi estrella soñada, mi sol, mi ideal?...
Poderosas alas, seguiré a la cima;
persistencia cruda, lograré llegar.

Mas no la victoria, la meta, la gloria,
hermanas en cuita, me envanecerán.
Que desde mi cielo,... ¡que desde mi cumbre!
como de costumbre, con vosotras, calles,
oh calles cautivas!, vendré a platicar.

Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.


Nocturno de las Calles, por
Demetrio Herrera Sevillano

En la rodilla de un poste
--rubí que luce la noche--
el foco sobresaltado
de una cajilla de alarma.

Los faroles eléctricos
--candelabros ante el muerto
de la calle--
echan sus brazos de luz
en las espaldas sedosas,
del silencio.

Están las casas pensando.
Y el cielo --mesa de Dios--
viste su carpeta bruma.

Traigo la mirada: grave
me va observando la sombra.
Entre la sombra hay un bulto:
algún fantasma en la sombra.

Abro el compás de mis piernas
y marco un punto
                            2
                                3...
y marco miles de puntos.

La soledad ha dormido
a la ciudad en sus brazos.

Sólo mi existencia sigue:
la lleva el sueño a empellones
hacia sus paredes 4.

Del libro: Kodak. 1937.

Vida Pobre, por
Demetrio Herrera Sevillano

He vuelto triste a mi tugurio. Triste.
Mi madre, perspicaz, ha comprendido
que nada he conseguido...
nada contra el dolor que nos asiste.

Está el fogón cual lo dejé: dormido.
Pero la pobre en ocultarme insiste
el hambre que su rostro ha deprimido,
y, "mañana, -me alienta- tú persiste".

Dúlcidas expresiones que comprendo!
No quiere -madre al fin- mirar conmigo, ...
conmigo el mal, sobre mi mal creciendo.

Y así marchamos, tras la misma estrella:
hoy ella riendo, y yo, porque consigo;
mañana sin reir, ni yo, ni ella.

del libro: Los Poemas del Pueblo

Yo Soy Tu Presidente, por
Demetrio Herrera Sevillano

Esa sonrisa alegre de la mañana
es tuya.
Esa sonrisa tierna;
se la prestaste tú.
Que digo de memoria tus gustos y tus dones.
Que puedo denunciarte por esos incendiarios
abrazos repentinos que inventa tu vigor.

Ah, sí!
Pues soy el alba riente. La luz. ¡El presidente
de la república fresca de tu gracia!
Y,
rubricaré un decreto,...
prohibiendo que te miren.

Canela de mis ansias; rizófora flexible.
Canela que en aurora con música de ave,
tornó mi anochecer.
El níspero es la fruta más dulce, ¡más sabrosa
que dá la tierra mía!
Por ello me reclino,...
sobre tus senos púberes.

Todo te sigue a tí.
Todo te sigue.
El sol
que escandaliza porque te besa y huyes;
porque te besa el aire,
sin que protestes tú.

Todo te sigue a tí...
Mas me proclamo dueño,
único... ¡efervescente!
de toda tu hermosura.

Imán: en tu pupila.
El garbo, --fino imán-- de tu contorno.
Presidente absoluto
de la república tierna de tu gracia,
hoy,
rubricaré un decreto,...
prohibiendo que te miren.

Del libro: Cambiantes.

Otro poeta cuya poesía debe de ser reeditada porqué es mágica, fuerte y social es un grito de esperanza, una voz del pueblo ambos Demetrios marcaron un antes y un después en la poesía y literatura panameña por eso mediante este trabajo he tratado de rescatar sus vidas, sus legados esperando haber podido cumplir aunque sea en parte un poco de la meta.

Fuente: Panamá Poesía

*
Robert Allen Goodrich Valderrama (Panamá 1980): Poeta y escritor panameño-estadounidense creador del Blog Mi Mundo www.robert-mimundo.blogspot.com Fundador y Administrador del Grupo en Facebook Amor por las Letras ha participado en más de 50 antologías a nivel mundial sus libros están a la venta en Lulu.com, Amazon y otras plataformas.