MANUEL ORESTES NIETO
POR: ROBERT A. GOODRICH V. *
Para mí uno de los mejores poetas nacionales que he tenido la oportunidad de leer y uno de los mejores que tiene Panamá es sin duda alguna Manuel Orestes Nieto quién también es escritor y ensayista.
Tengo el honor de conocerlo en persona y tener en mi biblioteca personal varios de sus libros firmados por el autor algunos y otros pendiente de firma.
Ha ganado el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en 5 ocasiones:
-Reconstrucción de los hechos (1973).
-Panamá en la memoria de los mares (1983).
-El mar de los Sargazos (1996).
-Nadie llegará mañana (2002).
-El deslumbrante mar que nos hizo (2012).
La niñez del poeta transcurrió en varias casas del entonces céntrico barrio de Santa Ana, en la calle 12 Oeste, en la calle Darién y frente al Instituto Nacional. Hasta el cuarto grado de la escuela primaria, asistió a la escuela pública Presidente Valdés. Con una beca de la Caja de Seguro Social ―institución gubernamental de enorme impacto social―, ingresó a una escuela privada, el colegio Javier, donde Nieto terminó su bachillerato en Ciencias, Letras y Filosofía en 1967. En el poemario Nadie llegará mañana, hay una rememoración biográfica de su niñez.
Algunos de sus Poemas:
«Sargonia es todo lo que fuimos,
todo lo que somos y todo lo que seremos.»
I.
UN MAR DENTRO DEL MAR
Créeme: hay un mar dentro del mar.
Una planicie del pastor y la hierba,
del ave y la semilla.
Un horizonte vegetal de esmeraldas y cristales,
flotando en un plato de porcelana y sol.
Una ilusión de magnolias y lirios
en aromas de albahaca y canela.
Un centelleo de robles y pinos,
como cuando el viento vuelve de sus auroras boreales.
Una copa de agua sin fondo,
donde los árboles están enraizados en la transparencia
y sus frutos son de una luz azul.
Una gaviota insumergible caminando a su nido,
eternamente esculpido en hielo verde.
Una cumbre cortada como un embalse
en un volcán.
Créeme: el Mar de los Sargazos existe.
Donde el pez y la rosa
nacen de la misma explosión de la vida;
donde el ala de la mariposa y el girasol,
al surcar el aire,
fundan el rito del silencio de la esponja;
donde la rosa de los vientos
tiene su epicentro de espuma y nube.
Un mediodía de humo y savia
en el corazón de un caracol milenario.
Un esplendor en la proa de un buque insignia.
Un lunar de especies inigualables
esparcidas en las sienes de los hombres,
de sus pirámides y sus geometrías,
de su números arábigos y sus secretos cuneiformes,
de su miedo a morir a solas
y su certidumbre de poder navegar los años
cada vez que una estrella se alínea al milenio de sus destellos.
Créeme: el Mar de los Sargazos fue el inicio del mar.
No lo olvides.
Recuérdalo para siempre.
Un estanque de lirios y tortugas.
Una fortificación de perlas trituradas.
Un mar sin violencia dentro de los mares.
Un sonido a mar en un mar de sonidos.
Una ola dentro de un bosque.
Un pez de alas blancas.
Un caballo de escamas plateadas.
Un monumento, un frenesí, un sueño, un adiós,
una bienvenida, unos ojos, un tiempo,
como el mar mismo y su vocación de permanecer allí,
en su propio fondo y sin orillas.
Aquí nací y moriré
Aquí nací,
en un diminuto grano de sal
que flotó a la deriva
y se aposentó
en la placenta aguamarina
de mi madre.
Ella nació de la abuela
quien, a su vez, fue hecha de la piel escamada
de aquellos que vinieron
desde las aldeas distantes
en las costas de África.
Aquí crecí,
en el estallar
de las olas contra las rocas
y los deshechos de las playas;
entre el óxido del hierro
que hirió la pureza de las finas arenas.
Con maderas añejadas
hicimos la casa y las cruces,
el muelle de las bienvenidas y de los adioses,
nuestras canoas
que nos llevaron tan lejos y perduraron tanto
como el tiempo transcurrido
por el joven guerrero que se hizo anciano.
Fui libélula
y volé entre un majestuoso mar
de mariposas multicolores
y fue estremecedor el despliegue del carmesí,
del violeta
y el bermejo,
en las orillas virginales de las playas sin daño.
Apiñé los años
oyendo el latir de corazones engarzados
que aún retumba en los tambores
que se descosen y se desguazan;
en las caderas sudorosas
de las madres
que se abrieron como flores
pariendo hijos.
Fue un tiempo muy largo,
casi la eternidad en salmuera,
entre la pobreza agridulce de la niñez
y la longeva concavidad de mis huesos roídos
por el rumiar de los días;
por años sin dientes
que ya no me mordieron el alma.
Retornaré a la diminuta bahía
de la infancia,
a la muralla donde se estrellaba el mar,
a las calles de la ciudad ultramarina
donde chorrearon amaneceres y atardeceres
en el gris de los aguaceros,
al charco en la acera
y a la puerta de madera.
El celeste,
fue mi vértigo y mi ternura;
en mis ensueños
vi transcurrir un tiempo irrepetible,
con destellos lapislázulis,
que me colmó de inmensas dichas,
insoportables pérdidas
y devastadoras ausencias.
Caeré lentamente
en la refulgencia del agua
donde nadé dentro del velo de la libertad.
Moriré en la tarde
sin poder ver la siguiente aurora;
cuando la pizca de sal
que fue mi origen se evapore,
inevitable, solitaria,
pulverizada en átomos errantes
y vencida en la luz;
cuando la última ola
que vean mis ojos
se desparrame en la playa
y se inicie la resaca
que me llevará como un tronco maltrecho,
un caracol partido,
una espina de pez quebrada,
una momia húmeda
envuelta en harapos de algas,
sin un alarido, sin una queja,
con las vísceras hechas añicos
y el corazón triturado
en una molienda de agua salada
y tierra dulce.
Naufragará el barco de papel
que hice de niño y perdí;
pero no lloraré como entonces,
seguiré trotando
junto con los caballos de mar
en los jardines del agua,
como la segunda infancia,
como repasar los años
y recoger las sueltas alegrías
de la inocencia.
Llegarán otros hijos,
vendrán las madres de otras madres,
y ésta será también su patria sagrada.
Aquí estará por siempre
el lugar donde nací.
Este delicado hilo de luminiscencia
que entró a mis pupilas al nacer
y salió al morir,
en este privilegiado y amoroso
filamento de tierra,
entre dos prodigiosos océanos.
[Del libro: El deslumbrante mar que nos hizo]
Con un remo
será suficiente para impulsarnos
por los siglos
que aún no hemos navegado.
Con esta madera hicimos la quilla
y los mástiles de nuestro mundo,
entre la sal
y la aurora,
entre el carey de las tortugas
y las arenas;
entre las madreperlas
y las sardinas.
Estos colosales océanos
fueron también el territorio sólido
y la pasta que nos moldeó;
el hálito que nos hizo andar,
el latido,
el arco de los abrazos.
Estas latitudes del trópico encendido,
estos ecuatoriales surcos naranjas
en la mitad del mundo,
bien pudieron ser las extensas praderas
de otras naciones,
hacia el norte o el sur,
que antes que nosotros
escalaron nevadas montañas,
alucinaron ante los espejismos
del ardiente desierto,
vieron pasar los altivos alces
y las manadas de lobos plomizos,
en el invierno que endurece y quema.
Casi en el centro terráqueo,
está la olla del mar circunscrito,
con sus lunares vegetales,
entre el archipiélago y las riberas,
entre esteros y marismas
en ebullición,
palpitante y tórrida,
única y centelleante.
La salinidad nutriente del mar Caribe
y la hermosura enceguecedora de sus abrazos
cobijó nuestro parto.
Las avalanchas humanas
surcaron y atravesaron
por estas aguas y estas tierras,
hacia todos los puntos cardinales,
entre sueños,
pesadillas
y desconciertos;
por nuestro mar terrestre,
por nuestro cielo marino.
Entre las palmeras y el manglar,
nació la polifonía
de este intenso y vaporoso lienzo
de limón y terciopelo.
Fue la fundación del cristal de agua
que podemos pisar sin romperlo
y la evidencia de la savia acuática,
perenne, nutricia,
izada en el mástil
de esta singular historia
y su desmedido pelaje.
La poesía te escoge, no la escoges.
1.
La poesía te escoge, no la escoges.
Te acoge, como un tibio vientre de mujer
en el centro del amor.
Todo lo da en el acto de saber
que todo le debe ser quitado.
No trama, teje para otros. A veces con dolor.
Su principal virtud consiste
en maltratarte lo gratuito.
Acosar la turbiedad de tus días, es su oficio.
2.
Exorcizarte
para que puedan vivir contigo
las vidas que rondan en los diámetros
que es capaz de trazar tu corazón.
Te abandona cuando intentas sortear
sus consecuencias.
Huye de los lugares donde la imaginación
y el asombro han muerto
y evita pasar por donde cohabitan
los ruines de espíritu.
Está hecha de presencias
porque tiene el don de desdoblarse
sin dejar de ser entera.
3.
Hija de la palabra
la han vituperado sin poder tocarla.
Hermana de la historia
ha sido quemada y puesta bajo custodia
de los carceleros.
Con esa cualidad única
de no necesitar del reposo,
no desfallece ni conoce la fatiga.
Falsificados sus textos,
deshonrados sus leales oficiantes,
distorsionada hasta el cansancio,
prefiere la ruta del viajero
antes que vivir en los templos
que pudo edificar
por la magnitud de su luz.
4.
Humilde como ella sola,
entra sin ruido en la casa del hombre,
barre sus rincones,
limpia el polvo más apartado,
repara lo roído
y se encarga de lo roto.
Vidente de los hechos
con que se cuenta el tiempo,
la edad y lo pleno
de la conmoción de quienes se reúnen.
Andamio de lo venidero.
Fragua, constancia,
fuelle, criadora.
5.
Ante ti
hay una vergüenza confesa que aspira
a su purificación.
Alguien que ha desenterrado su piedra angular
para rehacer su pirámide
antes de que la maleza la oculte.
Has clamado porque se detenga
el sacrificio irracional
y la rajadura
de los bárbaros se cierre.
Te has interpuesto
entre la daga y lo indefenso.
Aprendiste que la conmiseración
tiene sus surtidores
en el ojo de agua de lo injusto.
A pesar de tus razones,
te tocó errar como los despatriados forzosos,
cercados y reducidos a la prohibición.
Y te han llevado en andas
largas filas de hombres serios,
estremecidos hasta la perturbación
por lo que puede provocar
la ignominia.
6.
Han querido hacer madre de la lamentación
y la desesperanza.
Velada de colorete, gracia de feria.
Te han prendido inciensos
y construido urnas de cristal.
Han difundido , sin cesar,
que naciste para el ensueño y que la vida
poco tiene que ver con tus costumbres.
Han tratado de adornarte
como joya de escaparate
y te han regalado todos los espejos
para ver en ellos
reflejadas sus conciencias.
Y tu has sabido decirles que no.
Del libro: Ardor en la memoria
AQUEL PAIS EN SU MEMORIA
Ella me hablaba del lugar donde nació,
caliente, húmedo y fluvial,
como quien cuenta el naufragio de un país.
Al oírle, daba la impresión de que esa patria selvática,
que describía hasta en los sonidos de las aves
y el temor a las jaurías de animales de ojos violáceos,
quedaba demasiado lejos.
Sus historias quedaban truncas,
abatidas por un silencio ardiente y melancólico,
hijo de una lejanía.
Siempre sentí temor cuando repetía
que los huracanes aparecían de pronto
como gigantes sin rumbo que todo lo arrasaban.
Pero me contaba de su país de montañas
desde donde se miraban dos mares a la vez,
página a página,
rugido a rugido,
como los vientos abruptos y los aguajes
que cuarteaban las orillas de los esteros.
Cuando la lluvia nos encerraba en casa
y no podíamos salir,
le pedía que me dijera cómo era aquel lugar
de árboles tan altos como el cielo
y de escarabajos de color lapislázuli.
Y, entonces, su país era una bruma alegre en sus ojos.
Su inolvidable país donde el sol era una fiesta roja
que teñía el océano,
manojos de sal y espuma en las noches fosforescentes
donde las estrellas fugaces se contaban por cientos.
El país que a fuerza de remembranzas
permaneció inalterable en su corazón de cristal
y en su memoria fresca
y que, de cuando en cuando, abría
para verlo flotar en un mar de lágrimas.
Manuel Orestes Nieto: Panamá, 1951. Licenciado en Filosofía e Historia por la Universidad Santa María La Antigua. Premio Nacional de Literatura “Ricardo Miró” de poesía en cinco ocasiones: 1972, 1983, 1996, 2002 y 2012 con sus libros Reconstrucción de los Hechos, Panamá en la Memoria de los Mares, El Mar de los Sargazos, Nadie llegará mañana y El deslumbrante mar que nos hizo.
Premio “Casa de las Américas” 1975 de poesía con Dar la Cara. En 1973 había recibido una Mención como finalista en este mismo certamen (Premio Casa de las Américas, poesía) con su libro: Adentro Reconozco que me duele todo. Ostenta la Medalla Gabriela Mistral, otorgada por el gobierno de Chile en ocasión del 50° Aniversario del Premio Nobel de Literatura a la escritora chilena (1996). Alta Mención Honorífica del Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, poesía, 1999, con su poemario: Este lugar oscuro del planeta. Premio Extraordinario de Literatura “Pedro Correa”, 2000, a la excelencia literaria por el conjunto de su obra publicada. En el 2010 recibe el Premio Honorífico José Lezama Lima en poesía, de Casa de las Américas, que anualmente otorga esta prestigiosa institución literaria y cultural de continente, por su obra reunida de cuarenta años de sostenida creación poética: “El cristal entre la luz.”
Además de los libros premiados ya señalados, es autor de: Poemas al hombre de la Calle (1968-1970), Enemigo Común (1974), Diminuto país de gigantes crímenes (1975), Oratorio para Victoriano Lorenzo (1976), Poeta de Utilidad Pública (1990) y la antología Rendición de Cuentas (1991) que recoge veinte años de su producción poética. El imperecedero fulgor (1996); El legado de Omar Torrijos, Panamá, dos ediciones, 1997 y 1999. El país iluminado (La Rama Dorada, Ediciones Literarias, Panamá, 2001 y segunda edición, 2003); Ala grabada en blanco (La Rama Dorada, Ediciones Literarias, Panamá, 2001). Ardor en la memoria (2008).
Nieto ostenta la Condecoración de la Orden de Mayo, en el grado de Gran Cruz, de la República Argentina (2007); la Orden General Omar Torrijos Herrera, en el Grado de Gran Cruz (2009); la Orden Isabel La Católica, en el Grado de Encomienda de Número (2009); la Medalla Gabriela Mistral, otorgada por el gobierno de Chile en ocasión del 50° Aniversario del Premio Nobel de Literatura a la escritora chilena (1996).
Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano, ruso, húngaro, checo, polaco, rumano, estonio, búlgaro, turco, croata, gallego, alemán, chino, árabe y neerlandés. Sus textos han sido base de montajes teatrales y han sido musicalizados por Luis Franco, Rómulo Castro, Jorge Ledezma, Manuel Zárate, Aristides Valderrama, Enrique Nuñez y Rubén Blades, entre otros. El Ministerio de Educación de Panamá ha recomendado el conjunto de su obra literaria como lectura para los estudiantes y la comunidad educativa de Panamá.
A estos datos he de sumarle un libro maravilloso titulado Una titánica proeza Hitos del Canal de Panamá editado precisamente por la Autoridad del Canal de Panamá una pieza única de colección que goza de un espacio en mi biblioteca personal escrito por este excelente poeta y escritor Manuel Orestes Nieto un escritor orgullosamente panameño de raíces cubanas que le escribe al mar, a la patria, a la libertad, a la esperanza, al amor un poeta que escribe con fuerza y maestría uno de los mejores poetas con vida de Panamá.
A Don Manuel como ya mencione tengo el honor de conocer personalmente, de admirar su obra y sentirme orgulloso como panameño de su poesía.
Esta pequeña semblanza algo desordenada recoge diversos datos biográficos del autor resumidos de diversas fuentes pero es homenaje al poeta, al escritor, al humanista, al amigo, al maestro de todos los que amamos a la poesía en Panamá porqué Don Manuel Orestes Nieto es uno de los poetas más admirados del país por nacionales y extranjeros tal es así que en su honor se han compuesto canciones, sus textos han sido bases para montajes teatrales como mencione anteriormente, ha sido inspiración para muchos y algunos de ellos hoy ganadores del Premio Ricardo Miró siguiendo sus pasos en el este difícil mundo de la poesía y las letras panameñas porqué lamentablemente en Panamá los poetas, escritores y artistas no reciben el apoyo necesario que merecen recibir por gobiernos y fundaciones o instituciones públicas o privadas son pocos los que caminos por este duro camino y luchamos por mantenernos le escribimos al mar, al amor, a la patria, al país, a la bandera, a nuestra gente como lo ha hecho Manuel Orestes Nieto en todos estos años y como han hecho otros escritores o poetas de la talla de Changmarín, José Franco, Rogelio Sinán, Ricardo Miró, por mencionar quizás los más significativos porqué son muchos.
Manuel O. Nieto esta en mi opinión en la lista de los grandes, en las páginas doradas de la poesía panameña y por eso este pequeño homenaje para celebrar durante el Mes de Abril al escritor panameño, al poeta a los que amamos a las letras en este bello suelo istmeño, en este país bordado por los mares llamado Panamá nuestra patria.
Fuentes:
-Encaribe.org
-Circulodepoesía.com
-Ecured.cu
-antoniomiranda.com.br
-Revista Conexos
-Página del Movimiento Poetas del Mundo.
*
Robert Allen Goodrich Valderrama (Panamá 1980): Poeta, escritor, ensayista, bloguero, miembro de REMES, Movimiento Poetas del Mundo, RIET, Presidente Nacional de UMECEP Panamá ha participado en más de 40 antologías a nivel mundial sus libros están publicados en www.lulu.com www.amazon.com y otros lugares ganador de varios reconocimientos dentro y fuera de Panamá creador del Blog mi mundo www.robert-mimundo.blogspot.com del Grupo en facebook Amor por las Letras sus publicaciones han aparecido en importantes medios como: Revista Poética Azahar, Revista Cultural Lotería, Periódico La Prensa de Panamá, Periódico El Venezolano de Panamá, Blog escritores de alrededor, blog los bloguitos, Blog de la Revista Cronopio, monografías.com, buenas tareas.com, Academia.edu, entre otros.