viernes, 22 de abril de 2016

DEMETRIO HERRERA SEVILLANO GRAN POETA PANAMEÑO

DEMETRIO HERRERA SEVILLANO

POR: ROBERT A. GOODRICH V.*

Hace poco publiqué la vida y obra de Demetrio Korsi ahora les traigo para seguir celebrando a los escritores panameños y sus vidas la vida y obra del poeta pobre, de uno de los poetas más interesantes de la literatura panameña el otro Demetrio, Demetrio Herrera Sevillano del cual hay pocos datos pero una obra magnifíca en todo el sentido de la palabra.

DEMETRIO HERRERA SEVILLANO
(1902-1950)

De padre colombiano y madre oriunda de La Chorrera, nace en Panamá. Es un hombre pobre, que vive en esta capital, salvo algunas ausencias en San Blas y David. Sólo hizo estudios de escuela primaria. Pero en las lecturas y en la vida encontró su verdadera formación. Fue de oficio encuadernador. Se casó joven, y tenía hijos. Con uno de ellos vivía, en una habitación sórdida, cuando le sorprendió la muerte durante la siesta. Al regresar su hijo de la escuela, lo encontró muerto. Vivía cerca de la plaza de Santa Ana, verdadero centro popular de Panamá. El -como antes Demetrio Korsi- fue cantor de la plaza y de sus aledaños de pobres. Sus poemas, según Pedro Rivera, son «radiografías del alma popular».

Se inspira en sus lecturas -Vicente Huidobro, García Lorca, Rafael Alberti, Nicolas Guillén y Julio Flóres-. Se le ha considerado como el verdadero poeta del pueblo que ha tenido Panamá.

Obras de Demetrio Herrera Sevillano

Mis Primeros Trinos. Panamá, Imprenta Nacional. 1924
Kodak (sin pie de imprenta). 1937
La Fiesta de San Cristóbal. Panamá (sin pie de imprenta). 1937
Los Poemas del Pueblo. Panamá, Botello, impresor. 1938
Los Poemas del Pueblo. Panamá, Botello, impresor. Segunda edición. 1939
Antología Poética. Panamá, Imprenta de la Academia. Prólogo de Enrique Ruiz Vernacci. 1945
La Canción del Esclavo. Panamá, Imprenta Nacional 1947
Ventana. Panamá, Imprenta Nacional. Premio del Concurso Ricardo Miró, de 1949 1950

Sin duda alguna sus poemas marcán la terrible realidad de los barrios, de la pobreza de la humanidad quizás el más conocido de esos poemas es su magistral poema titulado: Cuartos.

Cuartos, por
Demetrio Herrera Sevillano

Zonzos
de calor y noche,
pasan cuartos
            Cuartos...
            Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.

Mujeres semidesnudas
están lavando en el patio,
y pregonando los fogones
un silencio
            cuadrilátero.
Cuartos donde necia da
la tos, funeral silbato.
Cuartos con sus caras mustias,
con su exposición de harapos.

La enferma se asoma y llama...,
la enferma se asoma y llama
al viento, que no hace caso.
Aprieta el zaguán oscuro.
Abofetea el tinaco.

y
zonzos,
            de calor y noche,
pasan cuartos.
            Cuartos...
            Cuartos...
Cuartos de la gente pobre
con sus chiquillos descalzos.
Cuartos donde no entra el sol,
que el sol es aristocrático.

El Barrio de Santa Ana, las calles de Calidonia y la Central eran puntos de encuentro para los grandes escritores y poetas de Panamá el Café Coca Cola era un punto de encuentro de grandes mentes, intelectuales y poetas muchos de ellos pobres como Demetrio Herrera Sevillano caminaban por las calles y las viejas avenidas de esta histórica ciudad, estos barrios guardan muchas historias y si pudieran hablar cuantas cosas nos dirían de allí nació la inspiración de muchos de los poemas escritos por este gran poeta panameño a quién honores le hacemos con la publicación de este muy breve semblanza compuesta por poemas y una breve biografía del mismo.

Parque de Santa Ana, por
Demetrio Herrera Sevillano

Para Eliseo Echévez

Parque "Santa Ana"! Carrosel antiguo,
deliciosa rueda de la distracción.
Te recuerdo tanto ¡tánto! que atestiguo
que soy una rama, de tu ramazón.

Tu figura, necio, maltraté irritado
sin que te inmutases por mi proceder.
Estoicismo santo que ha vigorizado
esta tolerancia de mi padecer.

Parque Santa Ana! Lírica bandeja
donde exhibe el pobre su penalidad.
Cromo de tertulias donde se festeja,
donde se moteja, sin perplejidad.

En las noches danza sobre tu corona,
visitante, el viento, con nervioso son.
Y un susurro grave, como de persona,
va surgiendo entonces de tu floración.

Empaparon lobos tu sencilla frente
en la sangre núbil de Ferdín Jaén.
Les miró la torre, resignadamente,
resignado, el cielo, les miró también.

Parque Santa Ana. Circular y craso,
eres fuerte abrazo de mi Panamá.
En sus calles --cintas de potente lazo--
la ciudad tu imagen ostentando está.

Te venero mucho! No hay en la mañana
--que madruga a verte-- mi veneración.
Es que soy tu amigo, Parque Santa Ana.
Más que amigo: rama, de tu ramazón.

Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.

Calidonia, por
Demetrio Herrera Sevillano

Los automóviles gritan.
El tranvía pide permiso
y el viento me cae encima
atropellado por los autobuses.

Súbito, ¡zas!,
un jamaicano salta,
del brazo de la vía,
al heroico pescante de una chiva
que se come -¡golosa!- la distancia.

La calle respira por sus callejones.
y
-carbón de mangle en bruto-,
en soso monorritmo,
las sólidas cabezas.

-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.

Por aquí a las cantinas
pariéronlas juntitas
como a las hermanas Dionne,
y hay un hedor travieso
que insiste en molestarme.

Negros. Más negros. Más negros.
-What are you doing, my brother?
-Nothing, nothing.

Terquedad de las casas
en atajar la calle,
que intenta liberarse
-¡delicioso!-
del trato siempre injusto
que danle los vehículos.

¡Calidonia!
Algunos cruzan corriendo...
Las chivas se persiguen
y ríos abigarrados de gente que va y viene
inunda las aceras.

En el ombligo férvido
el policía del tránsito
abofetea el ambiente.

Letania de las Calles, por
Demetrio Herrera Sevillano

Para el licenciado don Angel L. Casís,
que también siente.

Conozco las calles. Las calles conocen
también mi infortunio, mi ensueño, mi voz.
Las calles son largas mujeres tendidas
que el hombre a martirio tenaz condenó.

Sujetas, prendidas por brazos terribles,
las hieren los coches, las tuesta el calor.
Las calles no logran quitarse la ruda,
la ruda y sañuda, lanzada del sol.

Tacones... Tacones... Con dura inclemencia
golpeando su alma, gozosos se ven.
No tienen quien cure su trágica herida,
quien borre su angustia, quien salve su ser.

A veces enroscan su cuerpo de piedra.
Ocultan, a veces, su pecho viril.
Las matan los golpes --gritón sonsonete--
que el mundo, perverso, las suele inferir.

En noches profundas las hallo rendidas;
las deja, cansado, el ruido voraz.
Las calles parecen, dormidas, los muertos,...
los muertos de alguna contienda brutal.

Quien sabe qué sueñan entonces las calles!
Quien sabe qué cosas sus sueños dirán!
(Tan solo pedazos hacer las cadenas,
aquel que las sufre, precisa soñar).

La bala: chispazo, corcel invisible
que corre la Muerte, que silba al correr,
su rostro empurpura con sangre del uno,
con sangre del otro, con sangre de aquel.

Oh calles cautivas!... Si al menos pudieran
gritar sus pesares, decir lo que ven!
Caifás pisa ufano su cuello deforme
y Judas las tiene de hogar y cuartel.

Anónimo errante, me acogen las calles!
Las calles conocen mi paso, mi voz.
Las calles me quieren, porque, como ellas,
sufro sin que a nadie le interese yo.

Valientes, soportan serenas el yugo;
indóciles, rugen atroz gravedad.
Yo veo en las calles el noble, ¡el magnífico
afán de pararse, de hablar y luchar!

Oh calles amigas!... Cadáver la fiebre
feroz de libraros, la pena es en mí.
Atadas, tiradas al suelo, ultrajadas,
oh calles amigas!, tenéis que vivir.

Yo sí, Yo sí puedo!... Que lúgubres miro
mi estrella soñada, mi sol, mi ideal?...
Poderosas alas, seguiré a la cima;
persistencia cruda, lograré llegar.

Mas no la victoria, la meta, la gloria,
hermanas en cuita, me envanecerán.
Que desde mi cielo,... ¡que desde mi cumbre!
como de costumbre, con vosotras, calles,
oh calles cautivas!, vendré a platicar.

Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.

Vida Pobre, por
Demetrio Herrera Sevillano

He vuelto triste a mi tugurio. Triste.
Mi madre, perspicaz, ha comprendido
que nada he conseguido...
nada contra el dolor que nos asiste.

Está el fogón cual lo dejé: dormido.
Pero la pobre en ocultarme insiste
el hambre que su rostro ha deprimido,
y, "mañana, -me alienta- tú persiste".

Dúlcidas expresiones que comprendo!
No quiere -madre al fin- mirar conmigo, ...
conmigo el mal, sobre mi mal creciendo.

Y así marchamos, tras la misma estrella:
hoy ella riendo, y yo, porque consigo;
mañana sin reir, ni yo, ni ella.

del libro: Los Poemas del Pueblo

Infancia, por
Demetrio Herrera Sevillano

¡Este chiquillo inquieto...! Gira que gira.Péndola.
Chorro entregado al vicio de la nerviosidad.
A conquistarlo, mudo, en las auroras viene
Eolo, su compinche, para vagabundear.

Velada su pupila, como el remedio amargo,
a la lectura -néctar- desazonado ve.
Encolerizo a veces; mas la memoria surge
de mi niñez entonces a intervenir per él.

¡Este chiquillo inquieto...! Atónito, inseguro,
sus suaves impresiones intenta relatar.
Simula, de pie, un tallo, renuevo que palpita
corriendo, la bandera de la felicidad.

Me turba, me enloque (¡girándula rabiosa!);
pero, dichoso, cuenta con mi satisfacción.
¡Este chiquillo inquieto...! Sus travesuras matan,
y al repudiarlo siento, que me repudio yo.
Un Grito a las Balas, por
Demetrio Herrera Sevillano

Para el licenciado José Isaac Fábrega, periodista
de fuste y amigo sincero de la democracia.

Oh balas viajeras, furiosas, temibles
que andáis con la muerte! Oh balas de horror!
Audaces, fugaces y casi invisibles,
silbáis un silbido que causa pavor.

Os ven las uaroras. Cual pérfidas aves
os ven las mañanas en jira fatal;
las noches que tristes, inquietas y graves
tornasteis ¡oh balas!... Oh balas del mal.

Sois dedos, mil dedos malignos y rudos
que niños y ancianos hacéis sucumbir.
Que mal os hicieron ¡oh trágicos nudos!
oh dedos sañudos! que haceislos morir?...

Matáis los sembrados. Las débiles chozas,
¡oh balas ansiosas!, ¡perenne matáis!
¿Qué mano os impele, criaturas odiosas;
qué mano rabiosa, que así torturáis?

Cambiad vuestra ruta. Las almas que libres
anhelan mirarse, no deben caer.
De grasos, de grises, de gruesos calibres
salís como locas, sin ver ni creer.

Oh balas terribles, horribles viajeras
que andáis con la muerte! Oh balas de horror!
Moled ¡implacables! --si sois justicieras--
cualquier asesino...
cualquier opresor.

Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.


Yo Soy Tu Presidente, por
Demetrio Herrera Sevillano

Esa sonrisa alegre de la mañana
es tuya.
Esa sonrisa tierna;
se la prestaste tú.
Que digo de memoria tus gustos y tus dones.
Que puedo denunciarte por esos incendiarios
abrazos repentinos que inventa tu vigor.

Ah, sí!
Pues soy el alba riente. La luz. ¡El presidente
de la república fresca de tu gracia!
Y,
rubricaré un decreto,...
prohibiendo que te miren.

Canela de mis ansias; rizófora flexible.
Canela que en aurora con música de ave,
tornó mi anochecer.
El níspero es la fruta más dulce, ¡más sabrosa
que dá la tierra mía!
Por ello me reclino,...
sobre tus senos púberes.

Todo te sigue a tí.
Todo te sigue.
El sol
que escandaliza porque te besa y huyes;
porque te besa el aire,
sin que protestes tú.

Todo te sigue a tí...
Mas me proclamo dueño,
único... ¡efervescente!
de toda tu hermosura.

Imán: en tu pupila.
El garbo, --fino imán-- de tu contorno.
Presidente absoluto
de la república tierna de tu gracia,
hoy,
rubricaré un decreto,...
prohibiendo que te miren.

Del libro: Cambiantes.



Nocturno de las Calles, por
Demetrio Herrera Sevillano

En la rodilla de un poste
--rubí que luce la noche--
el foco sobresaltado
de una cajilla de alarma.

Los faroles eléctricos
--candelabros ante el muerto
de la calle--
echan sus brazos de luz
en las espaldas sedosas,
del silencio.

Están las casas pensando.
Y el cielo --mesa de Dios--
viste su carpeta bruma.

Traigo la mirada: grave
me va observando la sombra.
Entre la sombra hay un bulto:
algún fantasma en la sombra.

Abro el compás de mis piernas
y marco un punto
                            2
                                3...
y marco miles de puntos.

La soledad ha dormido
a la ciudad en sus brazos.

Sólo mi existencia sigue:
la lleva el sueño a empellones
hacia sus paredes 4.

Del libro: Kodak. 1937.

No cabe duda que Demetrio Herrera Sevillano era un poeta que palpaba y vivía lo que escribía y veía diariamente en las calles de mi Panamá.

León A. Soto, Demetrio Korsi, Demetrio Herrera Sevillano son de esos poetas que sentían y reflejaban todo lo que en ellos nacía en cada uno de sus versos eran poetas auténticos de esos de los cualés existen pocos.

La Página Panamá Poesía me ha servido de mucho para escribir estas semblanzas de estos grandes poetas y escritores abril se esta diendo rápido pero espero que hasta ahora les estén gustando.

Fuente
Panamá Poesía

*
Robert Allen Goodrich Valderrama (Panamá 1980): Poeta, Gestor Cultural, Embajador de la Paz, Académico, Presidente de la UMECEP Panamá, Escritor, Bloguero, Ensayista, Editor creador del Blog Mi Mundo www.robert-mimundo.blogspot.com del Grupo Amor por las Letras ha participado en más de 40 antologías a nivel mundial sus libros están a la venta en www.lulu.com www.amazon.com y otros espacios también se pueden encontrar en la Biblioteca Interamericana Simón Bolívar de la Universidad de Panamá.